Magistrado emérito del Tribunal Supremo, el gallego José Antonio
Martín Pallín (A Coruña, 1936) ha sido uno de los ponentes del curso de
verano organizado por la Universidad Pública de Navarra y la ONG Sodepaz
titulado ‘Derecho Internacional y Derechos Humanos: alternativas para
el cumplimiento de la legalidad en Palestina’, celebrado los días 4 y 5
de septiembre en Iruñea – Pamplona. Martín Pallín es miembro del Tribunal Russell sobre Palestina que,
en sesión celebrada en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) en 2011, concluyó
que Israel practica un sistema de ‘apartheid’ con los palestinos. El
magistrado, que también presidió la Asociación pro Derechos Humanos de
España, compartió desayuno en su hotel con El Asombrario & Co. al
día siguiente de su conferencia sobre la “convivencia jurídica” de
España con Israel, un país para el que la Biblia puede servir como
contrato de propiedad de la tierra. Y claro, “cuando a un jurista le
invocan a Yahvé… ¡Yo no puedo hablar con Yahvé!”.
Texto y fotografías: CARLOS PÉREZ CRUZ
Hablamos en el marco de unas jornadas tituladas Derecho Internacional y derechos humanos: alternativas para el cumplimiento de la legalidad en Palestina.
Desglosemos. Derecho internacional. Israel, líder mundial en
incumplimiento de las resoluciones. En definitiva, campeón mundial de la
violación del derecho internacional.
Efectivamente. Y además, sin que haya merecido un reproche por parte
de los países con más solera democrática y con más tradición y potencia
en el mundo internacional. Esto quiere decir que goza de una cierta
patente de corso por una serie de razones que sería largo enumerar. En
estos momentos, quizá por su posición geoestratégica dentro de ese
espacio convulso que es Oriente Próximo.
Derecho internacional y derechos humanos. ¿De qué forma se traduce
en Israel el incumplimiento de los primeros en la violación de los
segundos?
Esa patente de corso, a la que me he referido, ha dado lugar a que el
Estado de Israel, que ha sufrido durante un periodo de tiempo atentados
graves, atentados suicidas –atentados como han sufrido España,
Inglaterra y otros países como Estados Unidos-, haya reaccionado con una
política sistemática de ejercicio de la fuerza al margen del Derecho.
Ha institucionalizado las torturas y, sobre todo, ha adoptado medidas
que han merecido el reproche de la comunidad y de los organismos
internacionales, como la construcción del muro.
El título de las jornadas procura la búsqueda de “alternativas
para el cumplimiento de la legalidad en Palestina”. Dejemos esa búsqueda
en particular para más adelante, rebusquemos ahora en la experiencia
personal de José Antonio Martín Pallín. ¿Cuándo viajas allí por primera
vez? ¿Con qué idea viajas? ¿Con qué idea regresas?
Tendría que comprobar la fecha, porque soy un desastre, pero creo que
en 2006 o 2007 mediante una iniciativa en la que participaban la
Asociación Pro Derechos Humanos de España y varios organismos. Estuvimos
diez días. Tuvimos oportunidad de recorrer la zona de norte a sur. Nos
tuvimos que dividir. A mí me tocó la zona de Hebrón -que es muy
significativa, como todo el mundo sabe-, Belén, etcétera. Algunas cosas las hicimos conjuntamente.
En primer lugar, no te puede dejar insensible la militarización. La
imagen común en la mayor parte de los sitios es la de soldados con casco
y armamento de guerra que, además, no cumplen funciones estrictamente
militares sino policiales, de control de la población. No se dedican
exclusivamente a detener a personas sospechosas de actos de terrorismo o
de pertenencia a organizaciones terroristas, sino que fundamentalmente
se dedican a impedir que la vida cotidiana de las comunidades palestinas
transcurra con normalidad. Controles a mujeres, niños y ambulancias,
cortes sorpresivos de la circulación, dificultades para recibir
asistencia médica -no ya solamente de urgencias sino la del día a día-,
incertidumbres incluso sobre si puedes llegar o no al colegio o a la
universidad. Y una prepotencia y una arrogancia que… Me llamó la
atención que la población palestina, sobre todo las mujeres y los niños,
ha aprendido, yo creo que instintivamente, nadie se lo ha enseñado, a
mirar muy fijamente a los soldados. Eso me llamó la atención. Había una
especie de, por un lado, humillación y resignación pero, por el otro,
también desafío. Y me dio la sensación de que algunos soldados no
soportaban bien la mirada. Al fin y al cabo, son seres humanos y habrá
de todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario