miércoles, 10 de diciembre de 2014

No Palestina, no palestino (muerto)



Relájese querido lector y no se deje llevar por las emociones. Serénese y piense un poco antes de blasfemar. Contra lo que pueda parecer, no ha sido asesinado. En el día de hoy, no ha muerto él como tampoco ha sido herido de gravedad un niño de 14 años, como es imposible que el 15 de mayo asesinaran a Nadeem y Mohammed ni a decenas como ellos durante 2014. Tampoco fue quemado vivo Mohammed Abu Khdeir, no vaya usted a pensar que algo así es posible. Se habrá confundido de lugar. Allí estas cosas no pasan. 

Contra lo que le puedan contar, hoy no han asesinado a un ministro palestino, porque Palestina no existe y sólo una mente muy fantasiosa puede imaginar ministros donde no hay Estado. Por lo tanto, si Palestina no existe, ¿cómo van a haber asesinado a un ministro suyo? No se deje contaminar por la propaganda. ¡Es de lógica! No Estado, no gobierno, no ministros. No Palestina, no palestinos. De cajón. 

Quizá haya oído usted algo en la radio de un muerto en Cisjordania, pero ya sabe cómo son los medios, que todo lo manipulan. ¿Cisjordania? Un invento enemigo. ¡¿Cómo?! ¿De qué enemigo hablo? ¿No lo sabe? ¡De los antisemitas, hombre! Gentes maledicentes por cuyas venas corre veneno antijudío. ¿Sabe a qué llaman Cisjordania? ¡A Judea y Samaria! Si hasta Sabina lo cantó. Venga, entone conmigo: Yo no quiero calor de invernadero, yo no quiero besar tu cicatriz, yo no quiero París con aguacero ni Samaria sin ti… 

Por cierto, y ya que estamos, ¿de dónde habrán sacado eso de Cisjordania? Imagínese qué pensarían los portugueses si en España llamaran Cisespaña a Portugal. Ay, estos jordanos que quieren extenderse hasta el Mediterráneo… 

Bueno, le concedo que quizá hoy ha muerto alguien allí. Todos los días mueren personas en el mundo, pero asesinado… ¡eso sí que no! Lea prensa seria y de prestigio, hombre. Según El País se habría producido un “incidente” que, según explica el ABC, habría tenido lugar durante una “acción” del ejército israelí. Son cosas que pasan. Hoy mismo, en Pamplona ha muerto un militar por subirse a un tejado para colocar una bandera. Gajes del patriotismo. 

Así que relájese, tómese una cervecita, póngase a ver el fútbol y deje que nosotros nos ocupemos. Además, si hubiera sido cierto y hubieran asesinado a un ministro, ¿no cree que los prohombres del mundo civilizado habrían comparecido de urgencia? ¡Coño! ¡¡Que hablamos de un ministro!! Presidentes, reyes y ministros (éstos sí de Estados que existen) habrían salido de inmediato a hacer declaraciones de condena y hablado de tomar medidas contra un ataque terrorista, porque el mundo libre no puede permitir que los terroristas nos amedrenten. ¡Tenemos que ser uno ante la barbarie! Unidos por la democracia. 

Carlos Pérez Cruz

jueves, 23 de octubre de 2014

Carta a un amigo palestino



Querido amigo,

Muérete. O si no estás dispuesto, vete. Vete lejos, deja tu tierra, abandona tu vida tal y como la has conocido y déjalo estar. Has perdido, ya deberías saberlo, y los vencedores no tienen un sitio para ti. Quizá en otro lugar, en otro tiempo, en otras  derrotas, pero en esta tu derrota no cabes porque el ganador de la batalla tiene planes y son exclusivos para los judíos del mundo, o para aquellos que convenga que lo sean en cada momento. Y tú no lo eres, así que vete ahora que todavía estás a tiempo.

Sé que es injusto, pero bien sabes que la justicia es una quimera, una herramienta teórica que en la práctica se amolda a los intereses de los que mandan. Podrías no haber nacido palestino, podrías no haber nacido en Palestina, pero tendrás que joderte –sabes que te lo digo desde el cariño-, eres palestino y estás destinado a huir de tu casa antes de que te la derriben los bulldozers o de que grupos de colonos iluminados te la ocupen o de que el ejército ocupante la bombardee. ¡Vete! ¡¡Corre!! Por lo que más quieras, ahora que todavía estás a tiempo.

Me lo has pedido mil veces: “No os olvidéis de nosotros”. Y sabes que no lo hago y que muchos no os olvidamos ni un solo día de nuestras vidas pero, amigo, nosotros sólo somos el 99%, somos la sartén que otros cogen por el mango. Denunciamos, gritamos, contamos vuestra historia y te aseguro que son muchos los que se emocionan al oírla, mayoría los que se indignan. Pero no te engañes, nuestro enfado no va a derribar el muro. Nuestra indignación no va a despeinar la (falta de) ética de nuestros políticos. No es nada personal, sólo son negocios. Por eso huye, ahora que todavía estás a tiempo.

Me las has señalado con el dedo y yo las he visto por doquier: las placas con el logotipo de la ayuda de mi país o la de Estados Unidos o la de Japón. Dices que nuestros países os ayudan y por eso no entiendes por qué no hacen nada por parar a Israel, por qué permiten que Israel destruya lo que hemos construido. ¿No te das cuenta de que es dinero que damos por descontado? ¿No has caído en la cuenta de que eran escenarios de cartón-piedra? Quizá te suene una cosa que dimos en llamar conciencia. Pues a veces se puede lavar ¿lo sabías? Como se lavan los calzoncillos, la ropa de cama o el dinero. La tendemos al sol de la buena vida y a vivir que son dos días. Por eso, abandona el escenario, sal, vete a Jordania si tienes familia allí, corre ahora que todavía estás a tiempo.

Nos has abierto siempre las puertas de tu casa, nos has invitado a té, has contado tu historia mil veces porque mil veces te la hemos preguntado y la volverías a contar. Nos has relatado, después de respirar hondo, que te dispararon en las piernas delante de tus hijos, pero que a tus hijos no quieres que les ciegue el odio; que les has explicado que, aunque los colonos son judíos, no todos los judíos son colonos; que tu familia tiene amigos judíos, aunque ya no te dejen ir a verlos. Lo sé, pero cuando a tu hijo, en un arrebato de rabia e impotencia, le dé por atropellar a alguien, nadie le dará la oportunidad de explicar que a su padre le dispararon delante suya y nadie pagó por ello, o que desde que nació vive con el cuello bajo la bota militar de la ocupación y siempre humillado. No podrá contarlo porque a nadie le importarán los porqués de su acción y porque los porqués habrán muerto con él. Será, como tú mismo le advertiste, un terrorista. Por eso vete, sácalos de casa ahora que todavía estás a tiempo.

¿¡Por qué!?, clamarás al cielo. ¿Por qué ignorasteis el asesinato de mi hijo y llamáis terrorista a cada palestino que ya no puede más? ¿Por qué la muerte de Nadeem fue en un incidente y la de ese bebé israelí en un acto de terrorismo? Querido amigo, déjame que te lo explique aunque no llegues a entenderlo. Nuestros periodistas lo cuentan. Perdón, déjame empezar de nuevo. ¿Recuerdas lo de la sartén y el mango? Nuestros corresponsales lo quieren contar pero no pueden, sólo si están dispuestos a que la sartén se amolde al mango que manejan otros a miles de kilómetros. Lo siento, no queremos contrariar a aquellos de los que depende nuestro plato de lentejas. Pero off the record lo contamos todo, eso por descontado. Por eso no te sorprendas si cada atropello vuestro llega al papel y los suyos no o son un simple accidente Así que escúchame, te lo pido de corazón: ¡sal de ahí ahora que todavía estás a tiempo!

Tu vida no vale nada, tu sangre no mancha, tus hijos no tienen derecho a la dignidad como tampoco tú la tuviste desde que naciste. Admiramos vuestra resistencia, pero os prohibimos resistir. Os matan, pero os prohibimos matar. Sigue mi consejo y vete ahora que todavía estás a tiempo. Porque cuando derriben tu casa, te hagan mil pedazos o se lleven a tu hijo, nosotros no estaremos ahí para consolarte. ¿Justicia, dices? Serás otro hombre roto, otro lamento que nos cansaremos de escuchar.

Con cariño, tu amigo.

Carlos Pérez Cruz

lunes, 20 de octubre de 2014

Gervasio Sánchez: "Israel practica apartheid y terrorismo de Estado"

Especializado en la cobertura de conflictos y postconflictos, el periodista Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) pone sus fotografías al servicio del último informe del Comité Nacional de UNRWA España, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina. La amplia experiencia profesional de Sánchez -su primer viaje a Israel y Palestina data de 1982- nos permite obtener una visión general de la evolución de la situación sobre el terreno del pueblo palestino. Su demostrada libertad crítica nos ofrece igualmente una buena oportunidad para analizar la cobertura de los medios de comunicación.



Gervasio Sánchez durante la entrevista



Más de treinta años de viajes a Palestina e Israel. Si Gervasio hiciera una proyección en el tiempo del desarrollo de la ocupación, ¿qué fecha le pondría fecha a la desaparición del territorio palestino? 

Es muy difícil que la ocupación acabe si los que ocupan no tienen ningún interés en que finalice. En los últimos años, Israel sabe que la ocupación le viene también muy bien para desviar la atención de problemas graves que existen en el país. La ocupación se va manteniendo y gracias a ello Israel tiene más tierra. La forma de tratar a los palestinos, construyendo cada vez más kilómetros del muro, comiéndose cada vez más territorio palestino… El día en que haya que negociar igual hay que hacerlo con una tierra troceada en mil pedazos. 

Siempre se alaba la capacidad de resistencia de los palestinos pero toda resistencia tiene un límite. ¿Has observado con el tiempo un desfallecimiento de la resistencia? ¿Una mutación en su manera de expresarse? 

Los palestinos se han acostumbrado a vivir en estas circunstancias extremas. Te impresiona muchísimo que los críos vayan al colegio sabiendo que cuando lleguen a casa no van a tener luz -como pasa en Gaza donde solamente hay una media de cuatro horas al día de luz-, sabiendo que pueden ser bombardeados en cualquier momento, sabiendo que van a escuchar durante la noche los drones que dan vueltas y vueltas por todo el territorio de Gaza y también en algunas zonas de Cisjordania. Su capacidad de resistencia me impresiona de verdad, que sean capaces de vivir generación tras generación como refugiados -la mitad de la población palestina tiene estatus de refugiada- y al mismo tiempo, que construyan una vida, una familia, se defiendan en los estudios, sean capaces incluso de ganar premios en concursos internacionales. Tienen una capacidad brutal para la supervivencia, es algo verdaderamente admirable. Creo que eso es lo que te permite seguir confiando en que algún día haya la posibilidad de que un Estado palestino independiente permita que esta gente, que ha crecido en medio de la desolación, tenga el Estado mejor posible.

Familia Marsi (Fotografía: Gervasio Sánchez)

Risas y sonrisas. Aparecen por doquier en las fotografías que ilustran el último informe de UNRWA para el que has trabajado. ¿Sonríen o les induces a la sonrisa? 

Lo que yo quería hacer con este informe era evitar caer de nuevo en la depresión viendo desastres de la guerra. Ahora vas a Gaza y, conque te dediques solamente a fotografiar los lugares donde se ha producido la destrucción, vuelves totalmente destrozado. No me extraña para nada que el otro día Ban Ki-moon hiciera las declaraciones que hizo. Cuando ves sobre el terreno lo que está pasando, es muy difícil poder asimilarlo de una manera cínica. Es uno de los problemas graves de la diplomacia, no ir a los sitios a meter los pies en el barro y a darte cuenta de cómo está viviendo la población. A la UNRWA le planteé que no quería entrar en este tipo de trabajos que te deprimen sino buscar otro tipo de historias. A ellos les pareció muy interesante y de hecho buscamos estas historias en donde los chicos y las chicas, los protagonistas, en su mayoría muy jóvenes, algunos incluso adolescentes, niños, son tan naturales en su manera de actuar que no hace falta ni obligarles a que cambien el rumbo, simplemente con seguirles te vas encontrando cómo son en las escuelas, en sus casas, cuando caminan hacia ellas y regresan con su familia. 

En el caso palestino se suele incidir en mostrar lo trágico. Tengo una amiga en Cisjordania que siempre recuerda que los palestinos también viven, ríen… Quizá falta mostrar eso para humanizarlos más de lo que humaniza la destrucción y el dolor, ¿no? 

Es evidente que la tragedia palestina se ha desarrollado en medio del fragor de la batalla, de las bombas, de la ocupación permanente… ¡También en medio de los errores palestinos! Creo que el terrorismo palestino ha hecho mucho daño a la causa palestina. El día a día es más cercano a lo que yo muestro en este pequeño informe con mis fotografías. Lo más importante es lo que se dice, el informes es magnífico, está muy actualizado. Lo que muestran las fotografías es algo más cercano a la realidad que las propias bombas. Hay bombas pero no hay todos los días bombas, ¡por suerte! Si hubiese todos los días bombas sería imposible… 

Eso sucede, sobre todo, en el caso de Gaza, que en ese sentido es el foco más castigado. 

Exactamente. Este último verano han sido sesenta días, dos meses, de bombardeos permanentes, de destrucción permanente, apocalíptica, de muertos civiles, una cuarta parte de los muertos son niños, mujeres, civiles en su mayoría. Ha habido un uso desproporcionadamente brutal por parte de Israel y de sus fuerzas armadas, pero el día a día cotidiano de cada muchacho y muchacha, hombre o mujer de Gaza y Cisjordania, tiene más que ver con lo que yo muestro aquí que con ese conflicto que lleva 70 años en la zona. 

El muro ilegal (Fotografía: Gervasio Sánchez)

Más de treinta años de viajes a Palestina. La irrupción del muro en la última década fue un elemento visual nuevo. ¿Qué matices captas entre las fotografías que pudiste hacer en tus primeros viajes y las que has realizado recientemente? 

La primera vez que estuve en Palestina y en Israel fue en septiembre de 1982, dos semanas después de Sabra y Chatila. Entonces la sociedad israelí estaba conmocionada por ello, había un gran debate entre los judíos, entre los israelíes, sobre lo que habían hecho sus fuerzas armadas, con la brutalidad, la permisividad con los asesinatos de civiles palestinos, cosa que hoy en día no ocurre. La violencia contra Palestina se vive de manera indiferente en la mayoría de la sociedad israelí, eso es lo más grave para mí y lo más doloroso de todo lo que ocurre. 

Las encuestas han sido terribles este verano con porcentajes de apoyo por encima del 80%. 

Sí, pero tú puedes apoyar que destruyan unos túneles, que bombardeen unas casas, pero a lo que tú no puedes ser indiferente es al dolor ajeno, porque cuando eres indiferente al dolor ajeno tu futuro dolor o tu pasado dolor puede resultar maltratado, por decirlo con palabras tibias. Un pueblo que ha sufrido tanto con el horror que le han dedicado otros pueblos debería ser mucho más sensible al dolor ajeno. No se puede justificar la violencia contra un pueblo porque haya actuaciones terroristas, porque por esa regla de tres nadie se salvaría. Los propios judíos han tenido a lo largo de su historia grupos terroristas que hicieron auténticas atrocidades, incluso antes de la fundación del Estado de Israel, que han hecho terrorismo de Estado en algunas ocasiones, y por eso uno no puede decir que todos los judíos son terroristas ni mucho menos, como no todos los palestinos son terroristas. En aquel tiempo, aparte de la conmoción que provocaban este tipo de situaciones en la sociedad israelí, tú podías llegar a Gaza desde Be'er Sheva, visitar a los beduinos, que entonces vivían allí y ahora viven totalmente desplazados. Llegabas a Gaza y podías entrar por donde quisieras. Es verdad que entonces yo ya veía que la policía y el ejército israelí maltrataba a los palestinos, había bastante prepotencia en la forma de actuar en los Territorios Ocupados. Pasabas dos días allí, porque no había mucho que ver en Gaza, una zona totalmente destruida en la que es muy difícil encontrar vestigios del pasado, de sus grandes civilizaciones, y cogías un taxi colectivo con varias personas e ibas a Tel-Aviv y te quedabas allí. 

Algo impensable ahora. 

¡Es una cárcel! No se puede salir de la cárcel, muchas veces ni siquiera con permiso, como les ha ocurrido a muchos palestinos. Muchas veces no se puede entrar porque no te dan permiso, y para salir te tratan de una manera de la que es difícil que te traten en ninguna otra cárcel del mundo, una manera tan vejatoria para entrar y salir… Te asombras por cómo ha ido evolucionando la situación hasta el punto de que, hoy día, el muro que se ha construido es más del doble de lo que sería lo largo de la Línea Verde. Es decir, estamos hablando de una Línea Verde que supuestamente tendría 300 kilómetros y de un muro que tiene 725 kilómetros, algo que no se puede entender. Solamente se puede entender si ves que el muro no solamente ha servido para separar a las dos comunidades sino para robar a la otra comunidad, para robarles tierra… 

Como me decían, el muro no es ilegal por muro sino por su construcción, por su trazado. 

Exactamente. En este viaje que hice con la UNRWA, con sus especialistas en derechos humanos, pude ver cosas que no podía ni imaginar, que incluso compañeros míos, corresponsales en esa zona durante muchos años, no conocían. Situaciones increíbles, alucinantes, como una familia tiene que vivir al lado de una colonia judía sin poder salir. Su casa está bloqueada, los están intentando echar de cualquier manera. Les ponen unas rejas sin llave, tienen que tocar un timbre para que una persona a 20 kilómetros les abra la puerta, si es que quiere abrírsela, puede que esté mirando el monitor o no, igual se ha ido a tomar una copa. Esto de que estés en un puesto fronterizo en Israel y que la seguridad se marche un rato es el pan nuestro de cada día. Si se lo hacen a los extranjeros, porque son unos prepotentes de mucho cuidado, imagínense los lectores lo que hacen con los palestinos, los maltratan de una manera vergonzosa. Esto también tiene que ver con un problema gravísimo que tiene Israel de racismo y en el que no quiere entrar. Los israelíes, especialmente las nuevas generaciones llegadas de la Unión Soviética, son muy racistas. 

Más de un periodista me ha dicho que el periodismo ha fracasado a la hora de contar lo que sucede allí, lo que llamamos el conflicto entre Israel y Palestina. ¿En qué se ha fracasado? ¿Qué no se ha sabido explicar? 

Uno de los problemas graves que ha tenido la información que ha salido de Oriente Medio es que está toda muy mediatizada por el control, entre comillas, que intenta hacer el gobierno de Israel. El gobierno de Israel es, evidentemente, mil veces más democrático que muchos gobiernos de la zona, no hace falta ni discutirlo, pero el gobierno de Israel tiene también sus estrategias para presionar a los medios de comunicación. De hecho, han presionado a medios de comunicación obligándoles a cambiar corresponsales, sobre todo con los medios de comunicación anglosajones, americanos e ingleses. Han presionado a gobiernos en un momento determinado para que saquen a periodistas de zonas de conflicto para que no puedan informar, han acusado a periodistas de ser prácticamente correa de transmisión del terrorismo de una manera brutal como ha ocurrido este año con Yolanda Álvarez y con otros periodistas que estaban en Gaza. Todo esto son estrategias que al final lo que provocan es una gran tensión en la que un periodista, cuando lleva dos años, se tiene que marchar porque está harto, está cansado. Yo he conocido periodistas, lo puedo jurar, que han llegado con una idea clara de ser ecuánimes y que incluso en los primeros artículos eran pro-israelíes, y han acabado todos siendo… ¡no antiisraelíes! Ni mucho menos antijudíos, sino antigubernamentales, anti gobierno de Israel, por su actitud. Evidentemente han criticado durísimamente la forma de actuar del ejército, de las fuerzas armadas y de la policía fronteriza, que es totalmente brutal. De hecho, poca gente sabe que la policía fronteriza ni siquiera es judía, es drusa en su mayoría. Es una situación que he tenido como consecuencia que muchas veces, sobre todo para el mundo anglosajón, la información haya sido mecánica y haya profundizado muy pocas veces en las historias. 

A mí me han dicho: “No hemos sido ni siquiera capaces de explicar qué significa la división de Jerusalén”. Y es verdad que yo no la entendí hasta la primera vez en que tuve ocasión de viajar allí. Es muy difícil concebir de qué hablamos cuando hablamos de una colonia, de qué hablamos cuando hablamos del impacto del muro, de qué hablamos cuando hablamos de Jerusalén… 

Sí, incluso a veces para personas especializadas en Oriente Medio, y creo que yo lo soy, llevo muchos años trabajando. No había vuelto desde 2006, cuando Hamas ganó las elecciones y cuando fueron también las elecciones israelíes, y me he sorprendido de cómo han cambiado las cosas en apenas siete años. Ha habido una evolución en cómo el muro ha crecido, como en Jerusalén donde hay zonas que son increíbles. Un amigo mío que vive allí me llevó con su coche a zonas de Jerusalén, estamos hablando de Jerusalén Este, que estaban totalmente dominadas por un muro que poca gente conoce. Es una política que está intentando por todos los medios convertir un Estado palestino en un Estado fracasado incluso antes de ser Estado. Troceas tanto un Estado que al final ese Estado es inviable y como es inviable cualquier cosa que hagas con ese Estado va a ser imposible de solucionar. Con lo cual, al final, ¿quiénes son los culpables? Los palestinos, que no se pueden autogobernar. Esta es la estrategia, totalmente clara. Aparte, por supuesto, de quitar tierras de calidad, de crear colonias violando toda la legalidad internacional, violando permanentemente la legalidad internacional. El primer ministro israelí acusó ayer con toda su desfachatez a la UNRWA de ser pro-terrorista porque Hamas es… 

No es la primera vez. 

Sí, pero con el Secretario General de Naciones Unidas delante, que está haciendo una crítica durísima al gobierno israelí, su manera de actuar es decir que la UNRWA es una organización de Naciones Unidas pro-terrorista, porque como Hamas es terrorista son pro-terroristas. ¡Es un escándalo! Aquí hay un problema grave. Si todos los países de la comunidad europea y Estados Unidos no se ponen serios, esto va a seguir siendo el pan nuestro de cada día. Violaciones permanentes de los derechos humanos, violaciones permanentes de los tratados internacionales, violaciones permanentes construyendo ilegalmente nuevas colonias y provocando que el Estado palestino sea inviable.

Los niños no tienen libertad de movimientos (Fotografía: Gervasio Sánchez)

Eso en el terreno de la política. Volvamos al periodismo. Tengo la sensación de que el periodismo, no sólo en España, también en otros países, mide mucho las palabras, los términos, a la hora de expresarse sobre Israel. ¿Por qué esa, llamémosla, cautela? A veces da la sensación de que nos negáramos la realidad, como si no quisiéramos aceptar lo que significan los términos cuando nos referimos a Israel. Yo no viví los tiempos del apartheid sudafricano pero no sé si en los medios se definía a aquello como un conflicto. 

Es una situación increíble que haya que medir hasta las últimas palabras para no provocar el tsunami de los ‘lobbys’ judíos, de los ‘lobbys’ israelíes, que están por todas partes. Cualquiera de los que hemos trabajado en esa zona los hemos sufrido. Yo me he tirado decenas de años cubriendo todo tipo de conflictos y, gente que me ha aplaudido, cuando he escrito sobre el conflicto israelí me ha llamado de repente para decirme: “Yo te admiraba pero… ahora no te admiro”. Pero, ¿por qué? “Porque estás hablando de terrorismo de Estado”. Ah, que lo que hace Israel, ¿no es terrorismo de Estado? Bombardear salvajemente Gaza matando civiles, ¿no es terrorismo de Estado? ¿Cómo llamamos a esto? Cuando lo hace un dictador, es terrorismo de Estado; cuando lo hace un Estado democrático, no es terrorismo de Estado. El terrorismo de Estado está claro, mira la legislación internacional. Si bombardeas salvajemente, haciendo un uso desproporcionado de la fuerza como lo está haciendo Israel, eso es terrorismo de Estado. Da igual que estén buscando terroristas que estén buscando cigarras en el desierto, están haciendo terrorismo de Estado. O cuando hablas de gueto. La palabra gueto no se inventó para hablar de una gravísima situación que vivieron los judíos en su historia. Ni genocidio. De hecho, el año que viene se va a cumplir el centenario del genocidio armenio, que fue anterior… O no lo fue, porque los judíos vivieron pogromos brutales a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, pero han ocurrido muchas cosas más. Apartheid. Cuando inhabilitas a la población de una zona del mundo e incluso inhabilitas socialmente a la población árabe de tu país y le dificultas su acceso a la educación, a la sanidad, sus movimientos y la presionas para que abandone determinadas zonas, esto es apartheid, lo haga quien lo haga. Si no lo entienden es un problema grave. ¿Qué está pasando? Que los ‘lobbys’ son increíblemente sensibles a todo lo que sea una crítica a Israel y se activan muy rápidamente. A mí me ha pasado, yo he escrito cosas sobre cualquier tema, hay una rotación de comentarios y, cuando escribo sobre esto, se activa una fuerza parecida a un tsunami en la que, de repente, te asaltan por todas partes, te ponen a caldo. Si caes en la trampa de responder, de intentar dialogar de alguna forma con estas personas, nunca se acaba el tiempo, que para ti es oro pero ellos, como están subvencionados, financiados y tienen su salario, pueden estar meses persiguiéndote como una secta evangélica radical para intentar cambiar tu punto de vista. Y hay cosas que no se cambian en la vida, porque cuando tú vas a un sitio durante treinta y dos años, no cambias. Igual que cuando hablo con la gente de Hamas les digo: “Vuestro terrorismo, el terrorismo realizado por grupos radicales palestinos, ha hecho un daño tremendo a la causa palestina. Os guste o no escucharlo, es lo que ha ocurrido”. Habría que cambiar la forma de actuar a partir de ahora. 

Henrique Cymerman, corresponsal de ‘La Vanguardia’ en Israel, viene a España a dar una conferencia titulada “El milagro del agua en Israel”. Significativo título. A raíz de la campaña contra Yolanda Álvarez, corresponsal de TVE -medio sobre el que la Embajada de Israel más quería influir porque, seguramente, es el que a más población alcanzaba de los que podían estar cubriendo Gaza-, un periodista me decía: “Ya sólo les preocupa TVE. Es muy triste que ya no les preocupe ni ‘El País’”. 

Ahora les debe de preocupar un poquito más ‘El País’, porque como acaban de cambiar de corresponsal y ha llegado una persona que ha cubierto el conflicto desde donde evidentemente debe de cubrirse, que es desde Gaza, y ha escrito cosas que no han gustado mucho, ni siquiera en la redacción central de ‘El País’, creo que deberían preocuparse un poquito más. Cuando un corresponsal de un medio se convierte en parte del sistema de propaganda de Israel, como ha ocurrido en algunas pequeñas temporadas del diario ‘El País’, evidentemente es que ya lo tienen todo controlado y por eso solamente se preocupan de Televisión Española, porque les ha salido rana. Resulta que ha llegado una periodista que ha ido a Gaza… Y además, ¿cuál es el problema? ¡Si es que da igual que te llames de una forma o que te llames de otra! Cualquier periodista que vaya sobre el terreno y vea con sus propios ojos lo que ocurre, va a cambiar su visión de las cosas. A veces he hablado con amigos míos que son muy pro-israelíes, de una manera absolutamente fanática, y les digo: “Si quieres, la próxima vez que yo vaya a Israel te vienes conmigo y te muestro esa parte que nunca te van a mostrar los israelíes en sus viajes propagandísticos, cuando te llevan allí con todos los gastos pagados y te dan una vueltecita para que veas las cosas que ellos quieren que veas”. Evidentemente te niegan lo que tienes que ver. La prensa española ya no es importante. Primero, porque está controlada, porque hace diez años el corresponsal de ABC era crítico con el Estado de Israel y le hicieron la vida imposible. 

Pero se suponía que uno contaba con el apoyo y soporte de sus direcciones. Eso, por lo visto, ha cambiado. Mencionábamos el caso de ‘El País’, con su nuevo corresponsal Juan Gómez, uno de cuyos artículos desde Gaza llegó a sufrir hasta cuatro cambios de titular en la edición digital para que se amoldara a ciertos intereses. Eso el lector atento lo percibe, no es tonto. Es consciente de que está sucediendo. 

Sí, claro. Yo no me quiero centrar en ‘El País’ porque si me centro en ‘El País’ voy a decir cosas muy fuertes. En los últimos tiempos… 

De hecho lanzaste una serie de tuits (ver imagen 1 e imagen 2) esos días respecto a una portada que era muy sangrante, mostraba a militares israelíes dolidos. 

¡Es que es alucinante que esto pueda hacerlo un medio serio! No vamos a hablar de la política informativa internacional, porque incluso hasta en la sección de Internacional de ‘El País’ tienen bastantes líos para intentar mantener la decencia. Muchas veces las cosas llegan por conductos que no son los reglamentarios en una actividad periodística. El tema grave para mí es que las presiones son tan fuertes que al final acaban consiguiendo resultados. La embajada de Madrid, los ‘lobbys’ llamando y llamando: “¡es que esto es apología del terrorismo!”…Esto se lo hacían a Juan Cierco en el ABC, lo volvieron loco durante muchísimo tiempo. A periodistas de la agencia EFE los han vuelto locos. Si tú eres una persona con una gran fortaleza mental te defiendes de todo eso, pero llega un momento en que cuando son llamadas a cualquier hora, discutes con tus jefes que te llaman veinte veces, maltratan tus crónicas, las reducen a añicos porque no les gusta lo que están leyendo porque no está en consonancia con el discurso oficial… Todo esto acaba bajando un poco el renglón y los periodistas se van adecuando a una situación de supervivencia. Es lo que ha pasado con la prensa española en general. No digo con todos, porque la corresponsal de ‘El Periódico’ Ana Alba es una periodista magnífica, Carmen Rengel ha hecho un trabajo increíble en la Cadena SER, Juan Gómez, con todas las presiones, ha hecho un trabajo magnífico, Yolanda lo está haciendo muy bien, Eugenio García Gascón lo está haciendo muy bien… Todavía hay periodistas que actúan de una manera muy digna defendiendo el periodismo por encima de todo. Periodistas, además, de prestigio, que esto es lo que no lo entienden los israelíes. Los israelíes se piensan que el prestigio se puede maltratar. Incluso hay periodistas israelíes que trabajan, por ejemplo, con ‘Haaretz’, que están siendo maltratados por el propio sistema de comunicación de Israel, con presiones tremendas. Todo esto llega al ridículo de que al final lo que ellos quieren es tener el 100% de la razón y no quieren visos de crítica en ninguna parte, ya sea en un medio extranjero o nacional. Persiguen al que se intente enfrentar a este maremágnum de desolación informativa de una manera increíble, hasta el punto de hacer la vida imposible, y llega un momento en el que, claro, la gente quiere tener una vida tranquila. Normalmente quieres ser corresponsal, quizás, catorce horas al día, pero luego quieres cenar dos horas y dormir ocho y no hay manera de que puedas hacerlo con esta persecución. 

Cada país, cada región, tiene sus propias características. Has viajado a países muy diferentes, has cubierto realidades de horror muy diferentes, la de Palestina es sólo una de ellas. ¿Hay un elemento que unifique para ti todas esas historias que has ido retratando a lo largo de los años? 

El elemento que unifica es el dolor de las víctimas civiles, el impacto de estos conflictos en las víctimas civiles, y algo que para mí es clave: la inmensa mayoría de la gente que sufre las consecuencias de guerras, o de situaciones de gran violencia durante décadas, ni siquiera conoce por qué existen esas guerras. Cuando tú le preguntas a un joven sierraleonés, afgano, iraquí o de muchos países de los que yo he visitado, por qué está tú país en guerra -e igual es combatiente, un combatiente infantil o adulto, o es una mujer que está en la universidad o ha terminado una carrera universitaria-, no saben encontrar las razones o las causas de su guerra. Al final llegas a la conclusión de que sufren, son heridos o a veces mueren por razones desconocidas. Esto tiene mucho que ver también con el otro razonamiento, que es que al final los conflictos provocan muchas víctimas civiles sobre el terreno, mucho sufrimiento sobre el terreno y es un gran negocio para gente que no está sobre el terreno.

Carlos Pérez Cruz

viernes, 17 de octubre de 2014

Gervasio Sánchez: "Israel practica el terrorismo de Estado"


Gervasio Sánchez durante la entrevista.

Entrevista con el periodista Gervasio Sánchez. Fotógrafo de gran prestigio en la cobertura de conflictos y posconflictos, Gervasio lleva más de treinta años acudiendo a lugares en conflicto en América Latina, Europa, Asia y África. Su primer viaje a Palestina e Israel lo realizó en septiembre de 1982. Hace unos meses volvió sobre el terreno para ilustrar con sus fotografías el último informe del Comité Nacional de UNRWA España, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina, bajo el título de Historias extraordinarias bajo la ocupación y el bloqueo (disponible en PDF).



miércoles, 24 de septiembre de 2014

Manu Pineda: "A Israel le sale gratis matar a un palestino"


Manu Pineda

Entrevista con el brigadista y activista Manu Pineda. Miembro fundador de la Asociación Unadikum de solidaridad con el pueblo palestino, Pineda vive en la Franja de Gaza donde, entre otras funciones, ejerce de escudo humano para proteger a agricultores y pescadores palestinos de los disparos israelíes durante la realización de su trabajo. El pasado verano, su labor como brigadista se multiplicó durante la masacre causada por la operación militar que Israell llevó a cabo en Gaza denominada "Margen Protector", que dejó por encima de 2100 muertos (más de medio millar eran menores) y 10.000 heridos, además de la destrucción de barrios enteros e infraestructuras. Manu Pineda se encuentra en España ofreciendo diferentes conferencias.



domingo, 24 de agosto de 2014

La honorable condición de insecto

No soy padre, pero sí hijo. Aunque sea por mera aproximación, puedo imaginar qué siente un padre o una madre cuando algo grave le sucede a su hijo. Imagino el revolcón, el sofoco, la angustia, la desesperación… pero, al fin y al cabo, y por fortuna, hasta día de hoy sólo imagino. ¿Qué sentirá una madre que en apenas unos días pierde a su marido y a la que un bombardeo deja a uno de sus hijos entre la vida y la muerte, entre la ceguera y la visión parcial, entre la minusvalía y la tumba? 

El año pasado tuve la suerte de compartir unos días en Palestina con dos buenos amigos, ambos padres. Los dos me transmitieron la felicidad de su paternidad, se les dibujaba una sonrisa de plenitud con el recuerdo de quienes les esperaban a la vuelta. Cuando conseguíamos localizar una señal de wifi abierta, por precaria que ésta fuera (y solían serlo), Juan aprovechaba para intentar descargar, a golpe de rebote de señal, el último video que su mujer le había enviado con las últimas andanzas de su hijo Nicolás. El del lanzamiento de “jabalina” con posterior caída de culo lo repetimos entre risas unas cuantas veces. 

Algo de lo que me contó Juan se me quedó grabado. Reconoció que, desde que su hijo nació, había desarrollado una especie de sexto sentido que le hacía estar en alerta ante la posibilidad de que sufriera cualquier percance. Una sensación desconocida hasta la fecha y que se activó en el momento en el que Nicolás llegó a su vida. Miedos de padre, pero miedos saludables en la medida en que no se apoderen de uno y le permitan estar atento a esos pequeños detalles y elementos del paisaje que, de forma insospechada, puedan herir a un niño que apenas tiene noción del riesgo. 

La suerte de Nicolás, además de contar con unos padres estupendos, es que los riesgos que afronta día a día son lógicos, en la medida en que consideramos lógicos algunos inconvenientes de la vida en la gran ciudad. La mala suerte de Mohammed es que los suyos no son los inconvenientes de la gran ciudad, o no sólo. La suya es la mala suerte de haber nacido en un lugar del mundo que, muy poco antes de que él viera la luz, Israel decidió convertir en una cárcel a cielo abierto (o ni siquiera, si consideramos el sobrevuelo permanente de los drones un techo). Y en esa cárcel, de la que Egipto es cooperador necesario, Mohammed ha perdido a su padre por un bombardeo israelí (aunque todavía no lo sabe) y él ha resultado gravísimamente herido en otro, hasta el punto de que puede llegar a perder la vista por completo. Ha quedado ciego de un ojo y el otro ha quedado “taladrado por decenas de minúsculos pedazos de metralla”. Tiene siete años y una mínima esperanza, que pende de un traslado a España.


Mohammed, y dos hermanos de 13 y 17 años, han sido operados en Jordania, gracias a las gestiones del consulado de España en Jerusalén. Les acompaña Umm, su tía. ¿Dónde está la madre? En Gaza. ¿Cómo es posible? ¿Por qué no ha acompañado a sus hijos a Ammán? ¿Será que el dolor por la muerte del marido la mantiene allí paralizada? Estamos hablando de sus hijos, del vínculo más íntimo que una madre puede tener con la vida. ¿Por qué no está con ellos en el hospital? ¿Será acaso que tienen razón los que desde Israel dicen que la de Gaza es una cultura de muerte mientras en Israel se defiende la vida? 

Mi imaginación no alcanza para llegar a ponerse en la piel de esa mujer, como tampoco las palabras pueden llegar a trazar el camino hacia semejante horror. No, la madre de Mohammed no está en Gaza celebrando la muerte de su marido ni haciendo dejación de su responsabilidad materna en manos de una tía. Es humana, y ello explicaría que hubiera quedado paralizada por el horror y por el dolor. Sería una explicación, pero no es la explicación. La madre de Mohammed -y de Ibrahím e Imán- está paralizada en Gaza, sí, pero contra su voluntad. Tiene 39 años e Israel impide que de Gaza salgan personas mayores de 15 años y menores de 40

Israel ha resuelto una cuestión meramente humanitaria aplicando los parámetros arbitrarios de sus “security reasons”, ese mantra que encubre todo capricho represor y humillante en Gaza y Cisjordania. Israel ha abandonado en Gaza a una mujer a la que ha dejado viuda y a la que ha herido de diferente gravedad a sus hijos. ¿Qué sentirá cada vez que escucha un nuevo bombardeo? ¿Qué se removerá en su ya destrozado corazón? ¿Cómo soportará la imposibilidad de saltar el muro con el que Israel la ha separado de sus hijos? 

Son preguntas para las que no tengo respuesta, pero a las que Gideon Levy ha puesto certera expresión en su más reciente artículo en el diario ‘Haaretz’, titulado “La diferencia entre niños”. Levy, ese extraño héroe de la cordura en Israel (y al que acompañan guardaespaldas… claro), se pregunta en él por la deshumanización que permite que los israelíes ignoren y justifiquen con todo tipo de razonamientos (con perdón) los casi 500 niños muertos en Gaza por disparos de su ejército y, sin embargo, se unan en un irreprimible dolor ante el primer niño israelí muerto por disparos desde la Franja. “Un muro de hierro de negación e inhumanidad protege a los israelíes del vergonzoso trabajo hecho con sus manos en Gaza”, escribe Levy, quien arroja sobre sus conciudadanos una reflexión terrible: “Debemos admitir la verdad: en Israel se considera a los niños palestinos como insectos. Es una frase horrible, pero no hay otra forma de describir el ambiente en Israel en este verano de 2014”. 

La aplicación estricta de una veleidosa normativa de seguridad -de la que la madre de Mohammed hubiera quedado eximida en breve, apenas cumpla los 40-, los impedimentos que los asesinos de su marido y responsables de las heridas de sus hijos le han puesto a esta mujer para poder acompañarlos al hospital de Ammán, nos hablan de un país en el que, cuando menos sus responsables, no sólo carecen de la mínima empatía humana sino de la respetable condición de ser vivo de un insecto. Están podridos, muertos en vida. 

Carlos Pérez Cruz

lunes, 18 de agosto de 2014

La resistencia al violador. Racismo y negociaciones entre Palestina e Israel.

Hay un denominador común a muchos de los reproches que recibimos en redes sociales (también en conversaciones personales) quienes denunciamos la atroz masacre cometida por Israel en la Franja de Gaza y, en general, la ocupación de Palestina: el odio. Odian lo que defiendes, pero no porque no sea de justicia sino porque odian a quienes defiendes. Y quien dice odio, dice racismo.

Campo de refugiados palestino de Nablus (Fotografía: Carlos Pérez Cruz)

Declararse propalestino es declararse defensor de los derechos humanos y de la legalidad. Ser propalestino no implica ser antiisraelí, pero sí posicionarse contra el Israel que, desde su fundación, niega los derechos más básicos y elementales a la población palestina mediante una ocupación, que hoy sigue avanzando, o a través de la práctica de políticas de apartheid, prácticas que son capaces de reconocer y denunciar quienes más pedigrí tienen en su padecimiento: los sudafricanos negros. En una reciente carta abierta de Desmond Tutu, publicada en el diario israelí ‘Haaretz’, el arzobispo emérito pedía a los israelíes que se liberaran a sí mismos “liberando a los palestinos”, e invitaba a sumarse a la campaña de boicot a Israel para intentar lograr el mismo resultado que se alcanzó con “el cóctel persuasivo de métodos no violentos que se aplicó para aislar a Sudáfrica económica, académica, cultural y psicológicamente”. 

El mensaje institucional israelí aduce que el boicot busca acabar con Israel, pasando olímpicamente por alto el hecho de que el boicot a Sudáfrica no acabó con Sudáfrica, sí con la Sudáfrica que oprimía y segregaba a la población negra del país. ¿Por qué habría de acabar el boicot a Israel con Israel? Algunos alertan de la motivación antijudía del BDS [Boicot, Desinversiones y Sanciones], argumento insostenible desde el momento en que éste no se practica sobre judíos, sino sobre instituciones y empresas tanto israelíes como internacionales que colaboran, se lucran, financian y contribuyen al sostenimiento de la ocupación y de las políticas de apartheid. Ningún judío es susceptible de ser objeto del boicot por el mero hecho de serlo. No lo es un judío neoyorquino, ni un judío uruguayo, ni un judío español, ni necesariamente un judío israelí (aunque algunos de ellos, de forma noble y, sin duda, heroica, aboguen por  el boicot como solución). Por otro lado, ¿cómo va a ser antijudío el boicot a un país en el que más del 20% de sus habitantes ni siquiera son judíos? El reconocimiento de Israel como Estado judío (adjetivación y motivación confesa de sus propios dirigentes y del proyecto sionista) conllevaría el reconocimiento de un Estado fundamentado en la discriminación racista, cultural y religiosa

Racismo es también la discriminación de quienes, a través de las redes sociales, e incluso de los medios de comunicación, sancionan a quienes se manifiestan propalestinos o, cuando menos, se muestran indignados con Israel. Todas y cada una de esas reacciones suelen ignorar lo fundamental, la ocupación (sustrato básico del problema), para fijarse en lo meramente adjetivo, cuando no caen directamente en la más pura y dura demagogia. Por ejemplo, es frecuente que se acuse al propalestino de no posicionarse contra todas y cada una de las atrocidades mundiales, como si el reconocimiento y denuncia de la violación israelí de los derechos humanos y de la legalidad conllevara la aprobación de las cometidas por otros; o como si, por sí misma, ésta no tuviera entidad suficiente como para ser denunciada. Claro que hay un leitmotiv común en todos ellos: señalan crímenes y atrocidades cometidas por árabes y/o musulmanes. Lo mismo los secuestros de Boko Haram en Nigeria, la persecución de cristianos por el Estado Islámico en Irak (como si sólo los cristianos fueran sus víctimas) o la brutalidad del fanatismo islamista en Siria. No son hechos que señalen de forma inocente. No es difícil deducir la (falaz) regla de tres que aplican para deslegitimar el apoyo a los palestinos. 

Se retuerce de tal manera la excusa que, además de quien escribe en Twitter que “dais por culo” por hablar de los niños muertos en Gaza (eso sí, ofrece alternativas por las que, por lo visto, sí merece más la pena dar por culo), los hay que se acogen a cuestiones culturales y/o sociales -como la teórica discriminación de la mujer en el mundo árabe- para contraponerlas en defensa de Israel o, al menos, como circunstancias atenuantes en la responsabilidad israelí por las consecuencias de la ocupación ilegal de Palestina o la reciente masacre en Gaza. Es decir, pareciera que la ilegalidad de una violación dependa de la consideración moral que nos merezca la víctima (“Es cierto, ha sido violada, ¡pero es que usted vestía minifalda!”). Guste o no, los mecanismos legales que proporciona el derecho internacional contra quien incumple las leyes y viola los derechos humanos no están supeditados a la simpatía y/o afinidad que sintamos con el violado, sino que se aplican sin más (o así debería ser) contra quienes las incumplen. Claro que algunos deben de pensar que Israel ocupa Palestina y masacra Gaza para liberar a los palestinos de sí mismos. Parecen ver en lo que lleva a cabo el Estado de Israel una especie de guerra de liberación moral.

Inscripción en piedra de la resolución 194 de Naciones Unidas en un campo de refugiados de Cisjordania. (Fotografía: Lucía Barros Miñones)

Ninguna de las negociaciones que ha convocado a israelíes y palestinos ha logrado la firma de una resolución justa y pacífica. Y eso es así en gran medida porque los mediadores han tenido siempre interés de parte, nunca han sido neutrales, inocentes y desinteresados. Las “negociaciones” que se llevan a cabo estos días en El Cairo están patrocinadas por una dictadura militar que ha ahogado Gaza con el cierre de su frontera (inestimable contribución al bloqueo israelí de la Franja) y masacrado hace un año a los Hermanos Musulmanes, parientes de los palestinos de Hamas. Qué decir del papel de Estados Unidos, cuyo rol negociador no puede obviar la generosa contribución política y armamentística a Israel. ¿Qué dice de la imparcialidad del mediador que su país vete –una forma de boicot en toda regla- todas y cada una de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que señalan a Israel, o repita sin cesar que lo considera socio prioritario y le declare su amistad eterna? 

No tiene ninguna lógica promover negociaciones de paz entre ocupante y ocupado, porque la legalidad, los derechos básicos y la libertad no pueden ser jamás materia de negociación, como no es negociable el derecho a respirar oxígeno. Nada pueden ofrecer los palestinos cuando todo se les ha negado, y ni mucho menos pueden ofrecer una paz que la ocupación y el bloqueo les niegan. La única negociación posible es la que obligue a Israel a cumplir con la legalidad, hasta la fecha la única condición que jamás se ha puesto sobre la mesa. De todo se ha hablado, menos de ella, la que legitima incluso que los palestinos, como ocupados, se defiendan de sus ocupantes (también por métodos violentos contra sus fuerzas militares), aunque la muletilla-mantra que escuchamos de continuo sea la de que “Israel tiene derecho a defenderse”. Sería la primera vez en la historia en que es al ocupante a quien se le reconoce ese derecho frente al ocupado. Por primera vez al violador, el derecho a reprimir la resistencia de la violada.

Carlos Pérez Cruz

jueves, 14 de agosto de 2014

Siam Nowarah: “Mi hijo fue asesinado a sangre fría delante de las cámaras”

Se cumplen tres meses del asesinato de dos menores palestinos en Cisjordania durante las protestas del día de la Nakba. Siam Nowarah, padre de uno de ellos, sigue luchando por lograr justicia para su hijo.

Nadeem Nowarah (Fotografía cedida por la familia)

“Inshallah”, repite con zozobra en tres ocasiones, “Inshallah”. La voz de Siam Nowarah es un suspiro cuando responde exhausto a la posibilidad de un futuro mejor para sus hijos Rasha, de 19 años, y Dani, de 10. “Aquí está todo muy difícil”, explica. No ve futuro en Palestina para ellos, aunque el presente se detuvo en casa de los Nowarah hace ahora tres meses. El mediano de sus tres hijos, Nadeem, de 17 años, fue asesinado a sangre fría por las fuerzas israelíes en Cisjordania.

Nadeem y su hermana Rasha (Fotografía cedida por la familia)

El día más negro

Fue el 15 de mayo, día de la Nakba, la gran “catástrofe” palestina del 48. Al terminar las clases en su colegio de Ramala, Nadeem acudió a una de las marchas que anualmente se organizan para conmemorarla y protestar por la ocupación. “Los hijos de Palestina tienen derecho a levantarse y luchar por la justicia, especialmente en memoria de la Nakba, que representa el día más negro para los palestinos”, defiende su padre. Nadeem se encontraba en la localidad de Betunia, donde se erige la prisión de Ofer que, a pesar de estar construida en territorio palestino, controla y administra Israel a sus anchas. En ella mantiene recluidos a cientos de palestinos en una suerte de limbo legal en el que pasan, sin acusación ni juicio, el tiempo que Israel considere oportuno. Son las llamadas “detenciones administrativas”. Los manifestantes se encontraban esa mañana frente a la prisión también como gesto de apoyo a los presos, que entonces denunciaban su situación con una huelga de hambre.

Nadeem Nowarah yace en el suelo tras recibir el disparo (Fotografía cedida por la familia)

“A mi querido hijo Nadeem le dispararon en el pecho mientras protestaba. Fue asesinado a sangre fría junto a otro adolescente por la bala de un francotirador. Era sólo un crío y fue asesinado brutalmente delante de las cámaras de televisión. Llevaba con él una mochila llena de libros del colegio, no tenía ningún arma y no representaba ningún peligro de muerte para el Estado de Israel”, lamenta Siam. Tanto las cámaras de seguridad del edificio junto al que se encontraba Nadeem, como una cámara de la televisión estadounidense CNN, registraron el disparo que acabó con su vida. Apenas hora y trece minutos más tarde, y en el mismo lugar, otra bala acabó con la de Mohamed, de 16 años. En su caso, un tiro por la espalda. Aunque el ejército negó haber utilizado munición real, y llegó a advertir de una presunta manipulación de las imágenes, las mismas, así como los testimonios de los presentes, no dejan lugar a la duda. Ambos recibieron sendos disparos desde posiciones israelíes sin mediar amenaza y sin portar ningún tipo de objeto susceptible de poner en peligro la seguridad de los militares.

Dani Nowarah, hermano de Nadeem (Fotografía cedida por la familia)

Sin investigación, sin justicia.

“Cinco días después de su asesinato, abrimos la mochila y descubrimos la bala que se llevó la vida de mi hijo, la bala que destrozó mi corazón y el de mi familia. Si se examina, estoy seguro de que quedará claro que pertenece a las fuerzas israelíes y que la sangre que hay en ella y en los libros es la de mi hijo”, asegura el padre de Nadeem. Transcurridos tres meses desde el crimen, nadie parece haber hecho nada por resolverlo. “Busco justicia y pido una investigación independiente y transparente. Pido también un proceso justo para los que asesinaron a mi hijo”. Aunque Israel dijo abrir una investigación, tal y como anuncia después de cada “incidente” denunciado en el que estén implicadas sus fuerzas, a Siam le dan continuamente largas y estas últimas semanas le ponen como excusa la situación de Gaza. “¡Por supuesto que no confío en la justicia israelí! Incluso Estados Unidos pidió a Israel una investigación de la muerte de mi hijo, ¡pero no ha habido ninguna! Estados Unidos proporciona cada año millones de dólares a Israel para financiar el armamento con el que nos oprimen. Estados Unidos es responsable de que haya más víctimas inocentes”, denuncia agitado Siam, que igualmente niega haber recibido apoyo por parte de la Autoridad Palestina. 

Nadeem junto a sus padres y a su hermano pequeño (Fotografía cedida por la familia)

“Estoy muy triste. Era un niño inocente, un chaval estupendo que sonreía todo el tiempo. Lo quería mucho”, recuerda Siam, y su voz pierde la vehemencia de la denuncia, se diluye en apenas un susurro por el recuerdo de un hijo perdido de la forma más cruel. La suya fue en ese momento la tercera muerte palestina de un menor de edad en lo que llevábamos de 2014, cifra que ha ascendido de forma obscena por la masacre de Gaza hasta rozar el medio millar. 

La mayoría de las víctimas palestinas, ya sean adultas o menores, no recibe jamás la reparación de la justicia que Siam pide para su hijo. Muchas de las investigaciones que Israel asegura abrir con cada “incidente” acaban en nada o las condenas resultan irrisorias, meramente testimoniales. Tres meses después de aquel maldito disparo, el padre de Nadeem Nowarah no ceja en el empeño. Transcurridos noventa días, pide insistentemente algo que en cualquier lugar del mundo mínimamente democrático se habría producido ya de oficio: “Necesito ayuda, necesito expertos en balística. ¿Podrías ayudarme a encontrar uno?”. 

Carlos Pérez Cruz 

Notas: 

1) Horas después de la muerte de Nadeem, se utilizó en las redes sociales la etiqueta #oneforNadeem para solicitar a la Euroliga de baloncesto un minuto de silencio en su memoria durante la ‘Final Four’ de Milán que iba a disputarse ese mismo fin de semana. Nadeem solía frecuentar las canchas del club de baloncesto Syrryeh de Ramala, pero la organización de la máxima competición europea ignoró la petición. 

2) Siam Nowarah habilitó una petición de recogida de firmas en la web Avaaz para solicitar que tanto al soldado que ejecutó el disparo como a los superiores que se lo ordenaron se les deniegue el visado de entrada a Europa y Estados Unidos. La página supera a día de hoy las 24.000 firmas bajo el epígrafe de “No visas for killers”. Igualmente mantiene activa una página en Facebook y un canal en Youtube en el que informa de cualquier asunto relativo al asesinato de su hijo.

martes, 12 de agosto de 2014

Isabel Pérez: "Ocho años de bloqueo de Gaza han causado un gran trauma psicológico"

La periodista aragonesa Isabel Pérez vive y trabaja en la Franja de Gaza desde principios de 2013, tras su paso por Italia, Egipto o Irán. Desde Gaza cubre la información para el canal televisivo Hispan TV y colabora con diferentes medios de comunicación. Además, mantiene el blog personal Gazeitunas.



Isabel Pérez



Se cumple más de un mes desde el inicio del ataque israelí bajo la denominación de ‘Margen Protector’. Hubo 3 días de tregua, tras los que se reanudaron los ataques, estamos de nuevo estamos en otros 3 días de alto el fuego. Desde la posición palestina ya se había avisado: sin final del bloqueo, no hay tregua. ¿Es una postura compartida por la población de Gaza o un mes de devastación quiebra incluso la voluntad de no ceder ante lo que es una petición, en definitiva, legítima y humanitaria? 

La población palestina ya no tiene nada más que perder y, por decirlo de alguna manera, lo da todo en esta batalla. Por eso se posiciona indudablemente al lado de la delegación palestina, que pide el levantamiento completo del bloqueo, y no le importa que esta guerra dure un mes más, según lo que a mí me han contado personalmente varias familias. Madres, padres, abuelos, ancianos, que ya tienen experiencia de varias guerras e intifadas pasadas, todos están de acuerdo en que el levantamiento del bloqueo es ahora o nunca y, por lo tanto, están dándolo todo, aunque ellos no estén en el frente de batalla. Son los más afectados, algunos han perdido las casas, el trabajo, han perdido todo lo que tienen bajo los escombros, su dinero, sus hijos, sus madres, padres… La verdad es que es generalizado, todos quieren o seguir adelante con esta guerra o levantar el bloqueo. 

Intuyo por lo tanto la respuesta a la siguiente pregunta. Uno de los objetivos detrás del ataque indiscriminado a Gaza por parte de Israel podría ser buscar que la población se vuelva contra Hamas y lo señale como culpable de la continuidad de los bombardeos por no detener el lanzamiento de cohetes hacia Israel. Si ese fuera uno de los objetivos, ¿cuál estaría siendo el resultado? 

El resultado no es el que esperaba Israel. Es una táctica más dentro de la estrategia de propaganda que intenta llevar a cabo Israel contra Hamas, estrategia que comenzó en el año 2006 cuando Hamas ganó las elecciones y tomó el poder. Desde el inicio de la ofensiva, que ellos llaman “Margen Protector”, se ve mucho más, está claro que siguen esta táctica demoledora y a veces casi irrisoria. Encendías Al Aqsa, la televisión y la radio de Hamas, y había interferencias provocadas por Israel con letreros en árabe diciendo, por ejemplo, que [Ismail] Haniye es un mentiroso; o salía Abu Obeida, que es el portavoz de al-Qassam, el brazo militar de Hamas, y decían barbaridades, que estaban utilizando a la población palestina como escudos humanos. También han lanzado octavillas desde el aire, eso se ha repetido durante los 36 días de ofensiva militar contra la Franja de Gaza, y la mayoría de ellas eran octavillas amenazantes que decían: “Sí, sabéis dónde se encuentran. Decídnoslo”. Eso está también dentro de la práctica disuasoria para conseguir colaboracionistas. De hecho, en esta guerra, según leía ayer en la prensa palestina, no sólo la afiliada a Hamas sino también la de la Autoridad Palestina, parece ser que está cayendo el número de colaboracionistas y son cada vez menos. Después de la ofensiva de 2012, que duró solamente ocho días, Hamas se encargó de buscar quiénes eran y encerrarlos en la cárcel. Les invitaba a presentarse [voluntariamente], les prometían que no iban a ejecutarles, que no iban a sufrir la pena capital sino que simplemente iban a pasar varios años en la cárcel y que después les darían ayuda psicosocial, con grupos que existen aquí en la Franja de Gaza para ayudar a las familias de los colaboracionistas, para evitar el estigma dentro de la sociedad palestina, porque obviamente lo tienen. Todas estas tácticas juntas parece que han fracasado grosso modo. 

Israel culpa a Hamas de las muertes de civiles, incluidos los más de 400 niños muertos. Según esta teoría israelí, la población de Gaza estaría bajo secuestro de Hamas. Podríamos deducir que para Israel la población gazatí sufre una especie de ‘Síndrome de Estocolmo’ que le hace cómplice de sus captores. 

Según eso, sí. Los israelíes juegan siempre con estas teorías nacidas en occidente, que quizá sólo podemos asumir los occidentales. Los palestinos están obviamente bajo la misma soga del bloqueo. Después de que les asesinaran a sus hijos, las madres me decían que “la resistencia palestina está haciendo bien su trabajo y queremos que sigan lanzando cohetes y defendiéndonos aquí en la Franja de Gaza”. Fíjate que, a pesar de la tragedia de perder a un hijo o de verlo en las peores circunstancias que puedas ver -puede morir tu hijo bajo los escombros, puede morir tu hijo disparado, pero no hecho pedazos, no con el cráneo abierto como muchas madres y padres están viendo-, a pesar de esa bestialidad, de esa muerte tan inhumana y sin sentido, la mayoría de todas esas familias apoyan en general que las facciones armadas sigan adelante. 

A Hamas no le importan las muertes de civiles, incluidas las de niños. La nuestra es una cultura de vida, la de ellos es la de la muerte, dicen algunas voces desde Israel y también fuera de Israel. ¿Está Hamas, su brazo armado y otras milicias, satisfecha por la muerte de civiles? ¿Celebra la muerte de sus familiares, amigos, vecinos…? 

No, la verdad es que la cultura occidental es muy diferente a la oriental, a la árabe, donde se ensalza a los mártires. No son muertos, son mártires, todos son caídos por la gracia de Dios y todos van directamente al cielo, también, por supuesto, los niños, a pesar de que no estén en el campo de batalla. Pero aquí no se está celebrando absolutamente nada. Hay un silencio… La gente entierra a sus muertos, los ha enterrado durante estos treinta y cinco días como ha podido, corriendo, debido a los bombardeos y los ataques de artillería pesada. Ni siquiera a los combatientes que han enterrado. De todos los muertos, 1941 muertos -porque esta mañana [lunes 11 de agosto de 2014] ha sucumbido a sus heridas otra niña-, el 84% son civiles, según el Centro Palestino de Derechos Humanos (PCHR), que también es crítico con el lanzamiento de cohetes palestino, así que digamos que es una fuente objetiva, neutral. 84% civiles, el cómputo restante serían los combatientes, y en ningún momento se ha ensalzado en ningún entierro estos cuerpos de combatientes. No ha habido ninguna celebración y todo se ha sumido en un velo silencioso y triste porque, al fin y al cabo, seguramente Hamas tampoco esperaba que Israel fuera a atacar tan directamente a la población civil.

Mezquita bombardeada en Gaza (Foto: Isabel Pérez)

Hace unas semanas, al principio de esta operación militar israelí, me decías que de alguna manera te sentirías más segura alojada junto al resto de periodistas internacionales en vez de, como es tu caso, trabajando con la prensa palestina. De hecho el edificio en el que se encuentra tu oficina fue bombardeado. Ningún periodista internacional sobre el terreno ha dicho sentirse utilizado como escudo humano por Hamas (una afirmación israelí). ¿Conoces algún periodista palestino que se haya sentido utilizado? ¿Incluso tú misma? 

En ningún momento me he sentido utilizada, para nada. Los periodistas palestinos piensan prácticamente como yo, no se han sentido utilizados, hacen su trabajo. Algunos de ellos están todavía en la única torre de medios de comunicación que no ha sido bombardeada, que está aquí al lado de la costa, otros están en sus casas en la ciudad de Gaza o se han venido a algunos hoteles más accesibles al bolsillo, porque los hoteles en la Franja de Gaza están hechos solamente para extranjeros, son muy caros y los palestinos no pueden pagarlos. Pero los que sí que se han doblegado, por decirlo de alguna manera, a esta propaganda de los israelíes, son los periodistas extranjeros. También es comprensible, porque no estás en la zona, no vives aquí. Como siempre estamos diciendo, al final, aunque tengan una simpatía hacia el pueblo palestino, hacia la injusticia del genocidio comenzado por los sionistas en el siglo XIX, aunque ellos sepan esa historia, quizá no conocen la coyuntura actual. No conocen a Hamas, no viven en la Franja de Gaza. Yo no soy simpatizante de Hamas y estoy a favor de crear un Estado único y laico en el que todos vivan conjuntamente. Y estas personas, como no viven aquí en la Franja de Gaza, se creen cualquier noticia que venga de medios occidentales un poquito más proclives a Israel. Por ejemplo, el lanzamiento de cohetes frente a un hotel de periodistas. ¿Quién se va a creer en Gaza que las facciones armadas van a poner aquí una lanzadera de cohetes? Hay colaboracionistas, hay grupos que se han creado, a los que paga Israel -no mucho, pero les salva la vida a sus hijos y a su familia-, que trabajan para Israel para crear este tipo de ruido mediático, y obviamente muchos extranjeros caen en esa trampa. Muchos dicen que están poniéndolo al lado del hotel de periodistas, “nos están usando a nosotros como escudos humanos”. Ahí se cae en -no sé si decirlo así- la mediocridad o en no querer ver realmente la coyuntura, o en no querer creer que los de las facciones armadas no son estúpidos. También se cae un poco en el orgullo que tienen, que tenemos, los periodistas. Otro ejemplo: ellos son las víctimas. A veces los periodistas nos retratamos en nuestros propios reportajes como si estuviéramos sufriendo en primera persona esta guerra y nos olvidamos de los civiles. Eso sucede muchísimo, ¡todos lo hemos hecho! ¿Es un error? Sí, pero no. Puedes hacerlo siempre y cuando estés llevando la historia a que el telespectador, el radioyente o el lector entienda desde tu perspectiva qué está sucediendo aquí. Pero cuando el periodista está siendo el escudo humano, la víctima, es demasiado victimista, y valga la redundancia. Otro ejemplo, cogiendo el ascensor en uno de los hoteles de los periodistas junto a una señora de unos cuarenta o cincuenta años, periodista consagrada. Estamos esperando el ascensor, tienen que encender el motor para que haya electricidad y funcione, y la señora me dice: “Esto de la electricidad es realmente un problema”. Y yo le contesto: “Sí, sí, imagínese cómo está la gente ahí afuera”. Entramos y me dice: “¡Pero nosotros, los periodistas, necesitamos electricidad para mandar nuestras crónicas!”. Entonces le respondí: “Señora, y la gente fuera necesita la lavadora, que el agua residual sea bombeada fuera de sus casas”, etcétera. Esa falta de empatía, de victimizarse, de sentir la guerra, cuando ellos se van a marchar de aquí…, es un problema que ocurre en la Franja de Gaza y se vislumbra después en las noticias que algunos estamos dando. 

Un periodista extranjero que entra en Gaza lo hace bajo permiso israelí y con la firma de una aceptación de posible censura de su trabajo. Una periodista, como es tu caso, que vive y trabaja en la Franja de Gaza, ¿tiene que someter su trabajo a algún tipo de censura? ¿Qué limitaciones tiene a su libertad como periodista? 

Yo no tengo ninguna limitación. Hasta el momento en ninguna circunstancia me ha venido nadie del gobierno de Hamas -que ya es un gobierno depuesto, porque el 3 de junio Haniyeh ya dejó el poder- diciéndome que haya escrito algo incorrecto desde su punto de vista. En ningún momento he tenido ningún problema. Yo no tengo autocensura y todo lo que no puedo decir en los medios en que escribo lo digo claramente en mi blog o en mi Twitter. La única vez que he tenido un pequeño problema ha sido yendo a la frontera con Egipto, en Rafah. La mukhabarat, los servicios de inteligencia egipcios, son conocidos por tener fuertes lazos también con la compañía de telecomunicaciones palestina, bajo orden del gobierno de Israel, y hubo llamadas telefónicas amenazantes, etcétera. Ahí sí que he sentido el acoso, pero no es la primera vez y la verdad es que esto no va a parar lo que yo tengo que hacer aquí en la Franja de Gaza. 

Eugenio García Gascón decía hace unos días que el número de víctimas por siete años de bloqueo israelí –has dicho antes ocho años, imagino que estamos en fechas de cumplimiento- era superior al número de víctimas ocasionadas en este último mes de ataques israelíes sobre la Franja. Es decir, el bloqueo de Gaza sería en sí mismo un estrangulamiento de la vida que los bombardeos se encargan de intensificar puntualmente. Vives en Gaza desde hace un año y unos meses. ¿Cómo es la vida bajo bloqueo y qué convierte la cotidianidad del bloqueo en un arma mortífera para los palestinos de Gaza? 

La peor consecuencia de estos ocho años de bloqueo –se cumplieron el pasado junio, a mitad de mes- son los traumas psicológicos. Hay un trauma psicológico y social que está afectando en todos los sentidos a las personas en la Franja de Gaza. Se nota en la forma de interactuar con los demás, en la forma de pensar, hablar… Es un trauma psicológico y prácticamente el millón ochocientas mil personas de la Franja de Gaza necesita en cierto modo apoyo psicosocial, porque ocho años de bloqueo significan pesadillas las 24 horas del día: cuándo vendrá la electricidad, cuándo podré –por ejemplo, en mi caso- hacer la lavadora. ¡Una lavadora, que enciendes el botón y basta! Aquí es realmente un milagro llegar a casa y encontrarte con electricidad. Es un milagro tener ocho horas de electricidad al día, y esto significa también que cuando no hay electricidad el agua no llega a las casas; el agua de los ayuntamientos no puede bombearse en su sistema de canalización y no llega a las casas. De esa manera, la gente tiene que poner dinero de su bolsillo para comprar agua desalinizada y llenar unos tanques que se encuentran en la parte superior de las casas unifamiliares o de los pisos. Esto es más dinero, pero el problema es que no hay más dinero, hay menos, porque la economía ha sido devastada por este bloqueo. Un 42% de la población está inactiva, no encuentra trabajo. El problema también es el futuro, qué va a ser de nosotros. Por eso no se piensa en el futuro. Es algo muy difícil de explicar, y los occidentales, algunos periodistas, mujeres y hombres, me han preguntado al venir: “tú que vives aquí, explícame por qué la gente continúa aquí, por qué mantiene a sus hijos en las casas sabiendo que pueden ser bombardeadas”. Eso no lo vamos a entender nunca ni tú ni yo, pero es una especie de resistencia y estos ocho años han sido de resiliencia total de la población palestina. Repito, aquí hace falta mucha ayuda psicológica y social, pero esa ayuda se podría sustituir con el levantamiento del bloqueo y ofreciendo oportunidades laborales, abriendo las fronteras, que los jóvenes salgan a estudiar fuera, que los jóvenes que no quieran estudiar, que quieran trabajar, se vayan a Cisjordania o a Israel a trabajar. Así es como se podría curar esta enfermedad que ha provocado Israel con estos años de bloqueo.

"Mañana Palestina será libre" (Foto: Isabel Pérez)

Entre la operación “Pilar Defensivo” de finales de 2012 y el inicio de “Margen Protector”, Israel habría violado la tregua en cerca de 200 ocasiones, mientras desde Gaza se habría hecho en unas 75. Cuando la violencia no es espectacular, deja de ser noticia. Para quienes no siguen de forma cotidiana lo que sucede en la zona, ¿cómo son esas violaciones del alto el fuego? ¿En qué medida hay una violencia permanente, aunque sea –llamémosla- dosificada? 

Por ejemplo, en el mar. Supuestamente, después de [los acuerdos de] 2012, los pescadores podían acceder de facto a 4 millas de la costa. Dijeron 6, pero es una completa mentira. Pero no podían acceder a 4 millas en toda la línea de costa de la Franja, había zonas donde solamente podían acceder a una sola milla de la costa. Los ataques de la marina israelí sucedían sobre todo en los momentos de gran pesca, especialmente de sardina, que es lo que abunda aquí. Cuando hay momentos de gran pesca, cuando pueden aprovechar los pescadores, que es uno de los sectores más empobrecidos de Gaza, entonces disparan y los atacan. No sólo los atacan sino que los detienen, los llevan a Ashkelon, los sacan después hacia Gaza a través del paso de Erez después de interrogatorios muy duros en Israel, y también bombardean las barcas, rompen las redes, todo esto es dinero que los pescadores no tienen para reponer. De una barca pesquera pueden vivir mínimo unas veinticinco personas. Eso en el mar. En la Línea Verde, en el campo, tenemos cerca del 40% del territorio agrícola fértil de la Franja de Gaza al que no se puede acceder debido a la buffer zone, a la zona de no circulación impuesta unilateralmente por Israel, que está rompiendo tratados firmados por él anteriormente. 40% al que no se puede acceder, algunos agricultores salían por la mañana a recoger su trigo, sobre todo en abril y mayo. ¿Qué es lo que sucedía? Desde mi casa yo lo oía. Ráfagas de ametralladoras israelíes contra los agricultores. Eso prácticamente todos los días de cosecha, ¡todos los días de cosecha! Por eso vienen muchísimos activistas aquí para hacer de escudo humano. En el mar no pueden, pero aquí en tierra firme hacen de escudos humanos. Tierra y mar totalmente devastada, aunque ellos insisten. Siguen saliendo al mar a faenar, a sus campos a intentar recoger el máximo trigo posible. Esa es la resiliencia y la resistencia. El espacio aéreo, incluso ahora que es el primer día de cese al fuego de 72 horas, todavía está ocupado por drones israelíes, que son de dos tipos. Algunos tienen cámaras y filman el movimiento de cada una de las personas, todo lo que hacemos. Por eso que Israel haya bombardeado zonas no militares durante esta guerra es atroz porque sus drones sabían exactamente desde dónde se lanzan todos y cada uno de los cohetes, porque revisan dónde hay movimiento. El subterráneo, obviamente, no lo pueden grabar. También, de vez en cuando, oíamos durante la noche, sobre todo en la madrugada, bombardeos de drones. Esto desde que estoy aquí hace un año y siete meses. A veces he saltado de la cama porque no estábamos en medio de una guerra, por lo que te sorprende todavía más que haya un bombardeo cerca de casa por un drone. Hay dos tipos de drones: de vigilancia y de bombardeo y ataque.

Puerto de Gaza (Foto: Isabel Pérez)

Han pasado tres años desde la publicación del manifiesto “Gaza Youth Breaks Out”, en el que un grupo de estudiantes de la Franja mostraba de esta forma su hartazgo culpando a Hamas, a Israel, a Fatah, a la ONU, a Estados Unidos, etcétera, de la imposibilidad de una vida en libertad, de una vida con aspiraciones vitales más allá de sobrevivir un día más. La responsabilidad israelí está clara. ¿Qué responsabilidad tiene y ha tenido Hamas durante los años de bloqueo en ese ahogo vital que denunciaba este grupo de estudiantes? ¿En qué sentido se ha reprimido el escaso margen de decisión que tiene la población de Gaza? 

Hamas no tenía obviamente unas vías políticas muy desarrolladas. Hamas es un movimiento de resistencia en la Franja de Gaza y en Cisjordania. Ganaron las elecciones debido exactamente a eso, a que eran la resistencia. La gente estaba harta de los tejemanejes que llevaban entre sí el movimiento Fatah y la OLP. Estaba harta de que desapareciera dinero en ayudas, de que cualquier oportunidad de trabajo siempre la conseguía a través de enchufes, del hermano del primo de fulano, todo esto era así durante la época de Fatah en la Franja. La gente estaba harta, votó Hamas, salió vencedora en estas elecciones y Hamas no tenía muy bien desarrollada cuál iba a ser tu política. No lo ha hecho bien del todo, pero tengo que admitir que administrar ocho años de bloqueo tiene que ser muy duro, siempre y cuando no estén colaborando con Israel como el movimiento de Fatah y Mahmoud Abbas. Hay que tener en cuenta esas dificultades, pero sí es verdad que han fallado en muchas otras, que hubo muchas prohibiciones, sobre todo los dos primeros años que fueron prohibitivos para todo aquel que quisiera ondear cualquier otra bandera de cualquier otro partido. Eso estaba prohibido, sobre todo la amarilla de Fatah. Eso es una equivocación. Los jóvenes que protestaban hace tres años con ese manifiesto lo hacían frente a todo y tienen razón, estoy cien por cien de acuerdo. Hamas no es la solución, Fatah tampoco no es la solución, obviamente todo bajo el yugo israelí. Lo que es necesario ahora es la unidad de las facciones palestinas. Es lo que se estaba intentando hacer hasta que Israel estalló esta guerra contra la Franja de Gaza. El 2 de junio se anunció este Gobierno de Unidad Nacional que iba a formar un gobierno tecnócrata que al final no ha podido entrar en funciones porque, obviamente, no ha habido tiempo, y ahora está todo un poco revuelto, aunque lo están retomando. El mejor ejemplo que estamos teniendo ahora es en El Cairo. Ahí tenemos una delegación con todas las facciones representadas, incluida la Yihad Islámica, que no es una facción política. Es la única facción que no es política, ellos mismos lo dicen, sólo son combatientes, pero están también presentes. Por lo tanto, está sucediendo algo histórico y esperemos que logren levantar el bloqueo y que finalmente el gobierno de Israel acepte de una vez por todas las demandas, porque son derechos del pueblo palestino y así podamos vivir aquí con prosperidad, sería un gran paso para todos los palestinos. 

“¿Dónde están nuestros hermanos árabes?”. Este es uno de los lamentos más frecuentes de la población palestina. Egipto se ha erigido como principal instigador de la negociación, pero Egipto es corresponsable de que Gaza haya permanecido sellada y no se haya podido evacuar a la población civil estas semanas. Tú que creo que has vivido en Egipto, ¿tienes respuesta a esa pregunta? 

El pueblo árabe tiene muchísimos problemas ya de por sí con tantos levantamientos y revoluciones contra diferentes dictadores. Egipto no es solamente responsable, digámoslo, a un 80%, porque no ha abierto la frontera de Rafah ni ahora ni hace años -ya en la época de Mubarak no la abría constantemente, como debía haber hecho-, sino que también es supuestamente el garante de que los ceses al fuego entre la Franja de Gaza e Israel se cumplan. No ha hecho nada, absolutamente nunca ha condenado una violación de cese al fuego por parte de Israel, pero sí ha disparado contra pescadores palestinos que se acercaban al sur, a las costas de la Franja de Gaza en Rafah. Así que hay que poner en duda a Egipto y al resto de países árabes, sobre todo a la Liga Árabe. Pero también hay que dejar aparte al pueblo árabe, que no son los gobiernos ni las dictaduras árabes. El pueblo árabe está en su mayoría con el pueblo palestino. 

Ya sé que los periodistas no deben ser la materia de interés, pero llevas un año y siete meses allí. ¿Por qué no puedes salir? 

Digamos que soy ya una palestina más, vivo aquí. Entré por el paso de Rafah. Puedo salir, pero el problema es que no podría volver a entrar. Yo entré aquí a través de un túnel con la imposibilidad de utilizar un contrato de matrimonio, porque yo estoy casada en Gaza. Fue imposible entrar por vía legal, así que entré vía ilegal, como hubiera hecho cualquier persona, no hace falta ser valiente. En el túnel también vi familias de abuela, hijo, madre y padre entrar tranquilamente, despacito pero deprisa. Y después, obviamente, entré por la vía legal, por Rafah, después de hacer los papeles. Por eso mismo no puedo salir, porque sé que no podré volver a entrar hasta que esto se arregle, hasta que Rafah se abra más horas, no haga falta hacer malabares, no haga falta pagar sobornos a las autoridades, a los policías egipcios de la frontera. Y la verdad es que me niego a salir de aquí sin mi compañero. Si él no puede yo tampoco salgo, me parece injusto. Nosotros no somos un caso excepcional, hay muchísima gente que necesita salir mucho antes que nosotros, por ejemplo enfermos de cáncer. Así que eso es lo que tenemos

Carlos Pérez Cruz