Decía Enric González que
si vas a Hebrón “se te caen al suelo unos cuantos mitos”. Con mitos o
sin ellos, a uno se le cae el alma a los pies cuando descubre la
barbaridad zoológica en la que Israel y su avanzadilla colona han
convertido la ciudad más poblada de la Palestina invadida. La ocupación
no sólo asedia la ciudad (el camino desde Belén a Hebrón es
especialmente esclarecedor para entender de qué hablamos cuando hablamos
de ocupación y colonias), sino que está en su mismo corazón. Calles con
el cielo enrejado (los colonos tienen la peculiar tradición de
arrojarles la basura desde los pisos usurpados), francotiradores en
azoteas, checkpoints en las mismas calles, una mezquita dividida
en dos (para gozo del culto judío de los ocupantes) custodiada por
militares (israelíes, claro), calles para uso exclusivo de judíos (con
el trastorno para el tránsito normal de los ciudadanos de Hebrón)… El
paraíso no se vislumbra en este rincón de la Tierra Prometida.
CARLOS PÉREZ CRUZ
Fotografías Hebrón: CARLOS PÉREZ CRUZ
Exposición fotográfica: SHADA SALHAB
Shada Salhab tiene 20 años y va a empezar el tercer curso de
periodismo, que estudia en la Universidad de Hebrón. Hebrón,
universidad, periodismo y joven estudiante musulmana no son conceptos
que uno asocie de carrerilla. Pero los mitos, queda dicho, también se
caen al suelo, sobre todo cuando uno conoce la realidad in situ.
En una ciudad alejada del cosmopolitismo de Ramallah (la burbuja
anestesiante de la ANP) y del turismo de Belén, no resulta fácil
imaginar que una joven musulmana se aventure a fotografiar la ocupación,
menos que se exponga con su cámara próxima a los militares en plenos
disturbios. Pero Shada, orgullosa campeona de competiciones locales de
tenis de mesa y aficionada a la caligrafía árabe (también hay concursos
en esta materia; dice que quedó tercera), se siente diferente y está
dispuesta a aportar su granito de arena para que el mundo conozca la
realidad de los palestinos desde el interior de Palestina. De momento,
ha abierto una página en Facebook para
ir colgando sus fotos y, para su sorpresa por el interés, ha accedido a
reunirse en pleno Ramadán con un españolito que sentía curiosidad por
conocerla. Aunque prefiere expresarse en inglés, hace uso en ocasiones
del comodín del traductor de árabe. Hace sol, mucho calor, y nos
protegemos bajo el toldo de un pequeño parque junto al edificio del
Comité de Rehabilitación de Hebrón (que luce en sus azulejos el símbolo
de ‘Cooperación Española’). Para llegar allí hemos cruzado las calles de
la ciudad vieja. Bajo el cielo enrejado, las calles están llenas de
vida comercial. Beber y comer no pueden. Pero cuando se meta el sol…
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