jueves, 31 de julio de 2014

Quique Kierszenbaum: “Israel deshumaniza las imágenes que llegan de Gaza”

De origen uruguayo, el periodista Quique Kierszenbaum (Montevideo, 1967) reside en Israel desde hace más de veinte años. Desde allí cubre informativamente la región para su país, aunque también colabora como fotógrafo para diferentes medios internacionales.

Quique Kierszenbaum

Has cubierto en Tel Aviv la que hasta la fecha ha sido la manifestación más importante en cuanto a número, con alrededor de 5000 personas, también actos en Jerusalén. Un porcentaje mínimo de la población se ha movilizado contra el ataque a Gaza, incluso las encuestas muestran un apoyo masivo. ¿Cómo interpretas la reacción de la sociedad israelí? 

Fui a Tel Aviv a cubrir la manifestación porque fue la primera que juntó a un número importante de personas. En las marchas de Jerusalén participo, porque las organiza la comunidad de la escuela de mi hijo. Marcho con otros padres, tanto palestinos como israelíes. Creo que los números son terribles. Hace pocos días se publicaron unos datos en la televisión israelí en los que el 87% de la población estaba en contra de terminar con esta operación, con esta guerra que está llevando a cabo Israel en Gaza, lo que me parece un número imposible de entender. Habla de una deshumanización total de los palestinos, no parecen entender qué es lo que están viendo por la tele y eso es preocupante. 

Las semanas posteriores al secuestro y asesinato de los tres israelíes en la zona de Hebrón fueron muy tensas y esa tensión se agitó también desde el gobierno. Además de la tortura hasta su muerte de un joven palestino, se han visto actos de intimidación y acoso contra los árabes. A todo ello, hasta cierto punto cotidiano, se suma ahora la agresión a israelíes que protestan contra el ataque a Gaza. Otros entrevistados me han reconocido que es un fenómeno nuevo. ¿Es la peor noticia para Israel? 

Sin duda. Por la forma en que se está dando el conflicto en Gaza y por la forma de resolverlo, no cabe la menor duda de que esta nueva aventura militarista va a terminar en un cese del fuego. El de Gaza no es el problema más importante, a pesar de que los números son terribles. Creo que el problema más importante es que hay una fractura en la sociedad israelí en estos momentos y, cosas que quienes trabajamos en los medios sabíamos que existían, se han tomado de pronto la libertad de expresarse en público. Han atacado a manifestantes y, de alguna forma, han recibido un apoyo moral de parte de los legisladores de derechas. Es algo que creo que no tiene marcha atrás. El sábado yo mismo fotografié y me acerqué a esa gente en Tel Aviv y creo que el mensaje de odio va a ser difícil de cambiar. En estos momentos, la sociedad israelí está sufriendo una fractura que tiene que ver con esos números de los que hablábamos. Cuando se apoya de tal manera una campaña militar en la que se ha matado ya a 1200 personas, la mayoría civiles, creo que se transmite un mensaje de falta de respeto a la vida y que eso, de alguna forma, penetra en la sociedad. Los resultados están a la vista. 

Meir Margalit percibe que en este momento en la sociedad israelí hay casi un ambiente de guerra civil, aunque desea estar equivocado. ¿Compartes esa percepción? 

No, creo que todavía no estamos ahí. Creo que estamos todavía en una situación en la que se están probando los límites. Lo que me preocupa mucho es que esto va a aumentar. Me preocupa mucho porque toda esa gente que en estos momento ataca a la izquierda, física y verbalmente , ha ocupado casi todos los espacios públicos. Pensar que en la plaza de Rabin en Tel Aviv manifestantes israelíes son atacados por israelíes me trae lamentablemente algunos recuerdos bastante complicados de ese lugar. 

Jerusalén y Tel Aviv son universos casi opuestos. ¿Cuál es el perfil de los participantes en las movilizaciones? ¿Hay diferencias en una y otra ciudad? 

En Jerusalén la mayoría de la gente que participa es parte de la comunidad en la que vivo. Es gente que tiene alguna relación con la escuela, ya sea porque sus hijos van o porque en algún momento sus hijos fueron, o porque siente que es un mensaje importante. Lo de Tel Aviv es algo mucho más grande, pero sigo viendo a la misma gente de siempre. Cuando uno va a esas manifestaciones ve a la misma que gente que se viene manifestando desde hace muchísimos años, exactamente a las mismas personas. Ha aparecido de pronto algo más de gente joven, pero creo que el perfil de edad es más o menos homogéneo. Quienes estaban en la contramanifestación -que era mucho más pequeña, había 300 personas como mucho-, me pareció que eran mucho más jóvenes en su mayoría.

En árabe y hebreo: "Marchamos juntos, mano a mano". Manifestación en Jerusalén (Foto: Quique Kierszenbaum)

He mencionado que las semanas posteriores al secuestro y asesinato de los tres jóvenes israelíes en la zona de Hebrón fueron de mucha tensión en Jerusalén, hubo ataques contra árabes de la ciudad. ¿Cómo está ahora el ambiente? Porque se está hablando del resurgir de las protestas en Cisjordania. 

El ambiente en Jerusalén está dividido por la división natural de la propia Jerusalén. En los barrios palestinos siguen las manifestaciones que, en general, arrancan por las noches, se enfrentan a la policía. De todas maneras creo que sigue medido. Yo estuve en el entierro de uno de los jóvenes que mataron en [el checkpoint de] Qalandia, y había una sensación de que los entierros y la situación en Gaza iban a empujar a la gente a salir a la calle. Se hablaba de una Tercera Intifada, pero eso todavía no se ve y posiblemente no se vea. No hay una decisión política de salir a la calle pero sí hay enfrentamientos. En Jerusalén Occidental, la parte residencial, es una parte que está más tranquila, pero el centro de Jerusalén ha sido uno de esos espacios que, en general, se han perdido. Muchos de los ataques, de los insultos, de los encuentros entre derechistas e izquierdistas han sido ahí. Y queda después toda esa parte en el medio, las zonas limítrofes, en donde todas las noches escuchamos reportes de violencia individual contra palestinos. No los enfrentamientos de los que hablamos sino golpizas [palizas]. Las hubo a dos personas hace pocos días, también nuevos intentos de secuestro a palestinos. En general, la situación de Jerusalén es muy tensa. Quien conoce las caras de esta ciudad, cuando camina por el centro, se da cuenta de que hay una tensión muy importante. 

Hace unos días se conocía la prohibición de la emisión en radio de una campaña de la ONG B’Tselem en la que se leían los nombres de algunos de los niños muertos en Gaza. Esa censura, en este caso a una campaña publicitaria, ¿es también informativa? 

La palabra censura es un término complicado porque, si bien el aviso de B’Tselem fue censurado, creo que los medios van por una línea mucho más de autocensura. No creo que acá haya una línea desde arriba que sea la que controla los contenidos, sino que como parte de ese 87% de la población que está a favor, creo que los medios se han convertido en una máquina propagandística muy importante que, de alguna forma, manda el mensaje a las casas de la gente que está sentada viendo las noticias casi todo el día. Por la situación, aquí hay informativos casi todas las horas de luz, hasta la mitad de la noche, y no me cabe la menor duda de que son muy pocos los periodistas, muy pocos, y más en los medios digitales, los que están criticando lo que pasa. Hay también una deslegitimación muy importante a todas las voces contra la guerra, y no solamente en las noticias. En esas mil horas de programas abiertos, en los que se mezcla noticias con gente que va a dar su opinión, desde músicos a monologuistas, todos mantienen esa misma línea de deslegitimación de las voces que están en contra de la guerra. Hay miedo en la calle y está fundamentado por los últimos sucesos de violencia. La violencia, el racismo, el patoterismo [intimidación] de la ultra derecha encienden una vez más la alerta por un próximo crimen político. Y el problema no son solo los que gritan, los que insultan y los que atacan, sino también los lideres políticos y los líderes religiosos que incitan a la violencia y que fomentan el sentimiento de traición a quien está en contra de la guerra o la critica. 

Gracias, entre otras cosas, a las redes sociales, es muy difícil ocultar la realidad sobre el terreno. Desde Gaza nos están llegando, por uno u otro lado, imágenes terribles. ¿La muestran los medios convencionales de Israel o el ciudadano israelí tiene que buscarse la vida por su cuenta si quiere ser consciente de lo que pasa? [Israel prohíbe el acceso de periodistas israelíes a la Franja de Gaza, por lo que no hay periodistas de este país sobre el terreno]. 

No, mostrarla la están mostrando, el problema es la interpretación. Cuando uno ve las imágenes, hay una voz que está relatando qué es lo que está pasando y yo creo que el gran problema es ese. Yo hablo hebreo y consumo muchos informativos, porque considero que son una fuente importante para saber qué es lo que se le está diciendo a la población israelí. Las imágenes llegan, el problema es la interpretación y ahí entra lo que decía, una deshumanización total del contenido de las imágenes que es muy preocupante. Y a esto hay que sumarle los corresponsales militares de los distintos canales, que parecen estar enlistados en esta misión, muchas veces agregando leña al fuego. 

Muchas personas prefieren no expresarse públicamente, seguramente por ese condicionamiento del que estamos hablando, por la unanimidad de opiniones tanto en los medios como incluso entre los propios vecinos de uno. ¿Qué precio paga hoy un israelí por oponerse a las políticas bélicas de su gobierno e incluso por defender los derechos de los palestinos? 

Depende mucho de las personas. En general, quienes han hablado toda la vida defendiendo los derechos de la población palestina ya no se asustan de nada. Hemos escuchado y vivido todo lo que te puedas imaginar y mucho más. Para eso tengo una expresión: “qué le hace una mancha más al tigre”. No son estas personas las que más están sufriendo. Creo que, en general, la que más lo sufre es la gente joven, gente que ante tanta catástrofe se expresa por primera vez y, por supuesto, la población árabe-israelí que está muy expuesta. Hemos visto campañas terribles, en las que incluso se está yendo a los lugares de trabajo de quienes se han expresado en redes sociales. Pero, como te dije, cuando hay una deslegitimación tan grande, hay un consenso muy importante de que esas voces son voces de traidores. Así se ve en la sociedad. ¿Cómo les afecta en el día a día? A cada uno le debe afectar de una forma diferente, ya puede ser tanto en las relaciones familiares como de los marcos en los que uno vive. Para quienes hacen esto desde hace muchos años, para quienes tienen una visión política y social muy clara hace muchos años, no es la primera vez. Se desarrollan herramientas para poder enfrentarte a los ataques. 

Manifestación conjunta de israelíes y palestinos en Jerusalén (Fotografía: Quique Kierszenbaum)

Imagino que es más fácil mantener la unidad en entornos como el que comentabas de la escuela de tu hijo, en la que conviven palestinos e israelíes, en tiempos de una mayor calma que la de estos días. ¿Se filtran y despiertan las tensiones en semanas así? 

La verdad es que no, es justamente lo contrario. En momentos así es cuando ese pacto que hicimos necesita ser demostrado y probado, y creo que las mejores cosas salen en estos momentos, en los que las voces son claras y diversas. Eso es lo que nos refuerza. Por ejemplo, en la escuela nos hemos reunido muchas veces los padres para hablar, para expresar tanto la tensión como los miedos, para dar con un lugar en el que hay quienes escuchan, no juzgan y tratan de apoyarse. En cierto sentido estamos juntos precisamente para afrontar este tipo de situaciones. 

Lo pregunto a título personal, lo más lejos posible de la realpolitik. Si de ti dependiera, ¿cuál sería una solución justa para poner fin a tantas décadas de violencia y para facilitar la coexistencia? 

No voy a caer en la trampa de dar la receta sobre cuál sería mi solución. Estoy seguro de cuál es el camino. Creo que la solución tiene que ser un proceso en donde las partes se sienten a negociar de forma igualitaria, donde las necesidades y las obligaciones de ambas partes se pongan encima de la mesa sin diferencias. Ese va a ser el único camino para llegar verdaderamente a una solución. 

Como periodista. Hablábamos antes de las redes sociales, que están permitiendo tener una cobertura diferente de Gaza que en ataques militares similares. Esa es una ventaja informativa, aunque también hay que hacer una fuerte discriminación de la propaganda, pero también para los periodistas están siendo una vía de recepción de tremendas tensiones. 

Sí, sin duda. Las redes sociales permiten que cualquiera se conecte con los periodistas, lo que en ocasiones nos expone a muchísimos ataques. Personalmente he recibido ataques tanto de un lado como del otro, de forma permanente, sigo recibiendo. Es difícil tener que abrir estas redes sociales y enfrentarte todos los días a tanta propaganda, a tanto mensaje con tanto odio, a tanto mensaje ciego. Eso es lo que más caracteriza a los atacantes de ambos lados, un mensaje totalmente ciego de alguien que no quiere escuchar y solamente quiere ser escuchado. Pero las redes sociales tienen también sus defensas, creo que he roto el récord de bloqueos, no estoy dispuesto a jugar el juego sin reglas que ofrecen las redes. A quien me insulta, desacredita o repite propaganda, lo bloqueo inmediatamente. Cuando gente real muere, es herida, amenazada, corre a refugios, protege a sus hijos o pierde sus hogares, no hay tiempo que perder para jugar en las redes sociales con propagandistas.


Carlos Pérez Cruz

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