domingo, 8 de diciembre de 2013

El viaje hacia la justicia social de Nelson Mandela (por Jacobo Rivero)


Ronnie Karils, director de cine, escritor, veterano luchador contra el apartheid, miembro del comité ejecutivo del Congreso Nacional Africano de 1987 a 2007 y ministro de inteligencia de 2004 a 2008 relata en su autobiografía Armed and Dangerous una pequeña revisión sobre los años de reconstrucción tras la caída pactada del régimen segregacionista en Sudáfrica. En el libro señala: “Todos los medios para erradicar la pobreza, que era la promesa sagrada de Mandela y del ANC a los 'más pobres de los pobres', se perdieron en el proceso. La nacionalización de las minas y de sectores estratégicos de la economía, tal y como recogía la Carta de la Libertad fue olvidada. El ANC aceptó responsabilizarse de una vasta deuda heredada del apartheid, que debería haber sido denunciada. Se abandonó el impuesto sobre el patrimonio de los más ricos para financiar proyectos de desarrollo, y a las empresas nacionales e internacionales, que se habían enriquecido gracias al apartheid, se les perdonó cualquier reparación económica. Se adoptaron medidas presupuestarias extremadamente austeras que ataron las manos de futuros gobiernos.”

En la Rue Collacciopé de Marsella está el Centro Social y Cultural Nelson Mandela. El espacio sirve como sede para la realización de actividades sociales, actuaciones musicales o encuentros de todo tipo. En junio pasado, en el centro social, se realizó una fiesta de la comunidad kurda de Marsella, con la intención de pasar un buen rato juntos. Algo de música, comida, risas y bailes tradicionales. De Marsella a Diyarbakir hay un trecho, pero la voluntad de la noche era acercarse por un rato a la capital del Kurdistán turco. No es poco, según para quién, es mucho.

Decía Raymon que en Kenia faltaba un auténtico mutawalli. Una persona que cuide de la comunidad, un líder a quien se respete, alguien que no se dejara llevar ni por la corrupción ni por otros intereses que no fueran los de “servir al pueblo”. Raymon es músico, trabaja como profesor en la universidad de Nairobi, pero su familia vive en la costa, cerca de Malindi, donde las mejores playas están privatizadas para uso y disfrute -principalmente- de turistas italianos modelo Berlusconi en cuanto a corte, confección, ética y estética. Raymon vive durante el curso en la zona de Lavington, allí la mayoría de sus vecinos son músicos. En el bar de encuentro, una sola cerveza Tusker da para mucho. Si a la chapa de la botella, en vez de abrirla con un abridor, le haces un agujero en el centro con un clavo la presión aguanta más tiempo. Cuestión de optimizar la economía. En África la paciencia es virtud. Para Raymon, lo que faltaba en su país es un líder como Bob Marley, Martin Luther King o Nelson Mandela.

La escuela Boys and Girls High School de Brooklyn va a cambiar de nombre. A partir de ahora se llamara Nelson Mandela for Social Justice High School, para recordar la visita que les hizo Madiba en 1990. El multimillonario alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg, en los estertores de su mandato manifestó al anunciar el cambio: “En una ocasión el presidente Mandela señaló que la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Mandela estuvo allí en 1990, en una gira que hizo por Estados Unidos a los pocos meses de salir de la cárcel donde estuvo 27 años encerrado, muy poco tiempo después de que Ronald Reagan abandonara la presidencia del país. El ex actor de Hollywood no fue un entusiasta de la idea de aplicar sanciones al régimen apartheid de Sudáfrica. Justificó su postura comparando al país africano con una cebra: “Si atacamos a las partes blancas, también las negras mueren”.

El pasado mes de julio, el Ayuntamiento de Toledo, votó a favor de cambiar el nombre de una calle de la ciudad para poner el de Nelson Mandela. Lo hizo coincidiendo con el 95 cumpleaños del líder sudafricano, que nació el 18 de julio de 1918. Precisamente ese mismo día, pero de 1936, en España se produjo el golpe militar de Francisco Franco. Al grupo popular del Ayuntamiento no les pareció buena idea el cambio, la calle 18 de Julio, muy cerquita de la calle de la División Azul, debía permanecer con su denominación y votaron en contra de la decisión. El viceportavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento toledano, el señor López Gamarra, manifestó a los medios de comunicación: “Es un honor que se coloque el nombre a una calle a una figura como Nelson Mandela”, pero, según él, los que propusieron el cambio “buscan crear polémica y notoriedad con el nombre de una calle”.

En Palestina el sol abrasa los tejidos. La decoloración es la marca habitual de las fotografías que se exponen en escaparates de tiendas y casas. En el campo de refugiados de Aida, cerca de Belén, hay una peluquería decorada con varias fotos. En una se ve a Yasir Arafat dando la mano a Isaac Rabin, con Bill Clinton apadrinando el apretón, en otra se ve al preso palestino Marwan Barghouti y en una tercera a Nelson Mandela. La acción del sol ha desgastado las esperanzas, así que las imágenes quedan como recuerdo de aquello que pudo ser y no fue. La peluquería es lugar de reposo y conversación. El corte de pelo es una buena excusa para dejarse llevar, hablar de la vida, de fútbol, de la familia o tomar un té. En 1997 Nelson Mandela dijo “nuestra libertad está incompleta sin la libertad de los palestinos”. En aquella ocasión, Mandela pidió a la ONU que tomara postura ante las “injusticias y violaciones de los derechos humanos en Palestina”. El Arzobispo Demond Tutu equiparó el régimen de Israel con el apartheid sudafricano, pidiendo el boicot, la desinversión y las sanciones hasta que no se respetasen los derechos del pueblo palestino.

En agosto del 2012 la policía sudafricana disparó contra una marcha de mineros que protestaba por su condiciones de trabajo. La fuerza armada, compuesta por policías negros y blancos, disparó a mansalva contra la multitud. Según el Sindicato Nacional de Mineros de Sudáfrica murieron 36 personas. La imagen dio la vuelta al mundo y abrió informativos. La compañía minera dijo que la huelga era “ilegal”. En las escalofriantes imágenes de la masacre se proyecta la misma perversión histórica de la injusticia y la impunidad. Una música familiar en muchas realidades del planeta. Al menos tres testigos que iban a declarar ante la comisión de investigación creada para determinar lo ocurrido en la mina de Marikana han muerto asesinadas en extrañas circunstancias en los últimos meses.

Hace unos pocos años Mandela dejó una frase a modo de referencia temporal de su lugar e inquietudes: “Seré un ciudadano del mundo comprometido, mientras tenga fuerzas, con la tarea de conseguir una vida mejor para las personas en todas partes”. El duelo por su muerte esta justificado, pero es desigual en función del punto desde el que se mire. De lo que no cabe duda es de que Nelson Mandela representó la esperanza para millones de personas. Pero en lugares como el centro social y cultural Nelson Mandela de Marsella, Nairobi, Brooklyn, los campos de refugiados palestinos o las zonas más desfavorecidas de Sudáfrica, tienen claro que queda mucho recorrido hasta finalizar el camino por la justicia social que Madiba emprendió.

Jacobo Rivero (publicado originalmente en 'Diagonal')

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