miércoles, 11 de diciembre de 2013

Por cierto, ¿qué significa ‘Apartheid israelí’? (por Amira Haas)

La meticulosa subdivisión de la población en Israel está guiada por el principio de desigualdad que beneficia a la clase dominante.


¿Qué quieren decir quienes hablan de ‘Apartheid israelí’? 

Está claro que no se refieren al racismo biológico oficial y popular que rigió Sudáfrica. Es verdad que aquí no faltan actitudes racistas y arrogantes, con sus correspondientes matices religiosos y biológicos, pero si uno visita nuestros hospitales puede encontrar árabes y judíos entre médicos y pacientes. En ese sentido, nuestros hospitales son el sector más saludable de nuestra sociedad. 

Quienes hablan de ‘Apartheid israelí’ se refieren a la filosofía de “desarrollo separado”, que fue la que prevaleció en la vieja Sudáfrica. Ese era el eufemismo que se utilizaba para el principio de desigualdad, la segregación deliberada de la población, la prohibición de “mezclarse” y el desplazamiento de los no-blancos de sus tierras y recursos para que fuera explotados por los dueños de la tierra. Aunque aquí las cosas se justifican por “motivos de seguridad”, con referencias a Auschwitz y a un patrimonio de origen divino, nuestra realidad está dirigida a partir de la misma filosofía, respaldada por leyes y la fuerza de las armas. 

¿Por ejemplo? 

Existen dos sistemas legales en Cisjordania, uno civil para los judíos y uno militar para los palestinos. Son también dos infraestructuras separadas, lo que incluye carreteras, electricidad y agua. El de primera calidad y expansivo es para los judíos mientras que el inferior y restrictivo es para los palestinos. Hay bolsas locales, similares a los bantustanes de Sudáfrica, en los que los palestinos tienen autonomía limitada. En ellos se utiliza un sistema de restricciones de viaje y permisos desde 1991, justo el año en que un sistema así quedó abolido en Sudáfrica. 

¿Significa eso que el apartheid existe sólo en Cisjordania? 

Para nada, existe en todo el país, desde el mar hasta el río Jordán. Prevalece en todo este territorio en el que viven dos pueblos regidos por un gobierno elegido por sólo uno de ellos que determina el futuro y el destino de ambos. Los pueblos y ciudades palestinas se ahogan debido a los deliberados planes restrictivos en Israel, los mismos que aplican en Cisjordania. 

Pero los palestinos son ciudadanos israelíes que participan en la elección del gobierno, al contrario que en Sudáfrica. 

Eso es verdad. Las dos situaciones son similares, no idénticas. Los ciudadanos árabes votan aquí, pero se les aparta de los procesos de toma de decisiones que tienen que ver con su destino. Hay otra diferencia. En Sudáfrica, un componente esencial del sistema era la férrea superposición de raza y clase, con la explotación de la clase trabajadora negra para los intereses de los propietarios blancos. El capitalismo israelí no depende de los trabajadores palestinos, aunque el menor coste salarial de los trabajadores palestinos jugó un papel importante en el rápido enriquecimiento de diferentes sectores de la sociedad israelí después de la guerra de 1967. Sudáfrica tenía cuatro grupos raciales (blancos, negros, mestizos y asiáticos). Cada uno ocupaba un escalón específico en la escalera de la desigualdad para que se pudieran perpetuar los privilegios de la población blanca. La raza blanca, los ingleses y afrikáners, se definían como una nación, a pesar de las enormes diferencias entre ellos, mientras que los negros africanos estaban divididos en varias nacionalidades dependiendo de las tribus. Esto aseguraba que los blancos fueran el grupo más grande. Aquí la separación está basada supuestamente en la geografía, diseñada para mantener y expandir los privilegios de los que disfrutan los judíos. 

Pero los judíos, ¿también padecen subdivisiones y discriminación? 

Sin duda, de acuerdo a su origen (judíos europeos frente a judíos árabes), lugar de residencia (centro contra periferia), veteranos contra recién llegados, o a partir del servicio militar. De manera que, en comparación con los palestinos, incluso los judíos más discriminados y oprimidos tienen más derechos que los palestinos que viven entre el mar y el río. Por ejemplo, la Ley de Retorno se aplica a los judíos de cualquier origen pero no a los palestinos, incluso a aquellos que nacieron aquí o cuyos parientes lo hicieron pero que ahora viven en el exilio. Del mismo modo, los judíos pueden cambiar de residencia libremente. Alguien de Tel Aviv puede reubicarse en Cisjordania, pero alguien de Belén no puede mudarse a las zonas costeras. 

La escalera de la desigualdad reserva diferentes peldaños para los residentes de la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este y para los palestinos ciudadanos del Estado soberano de Israel. Estos grupos padecen diferentes grados en la violación de derechos humanos y civiles. Hay subdivisiones con las que se juega para fragmentar más a la otra nación que vive aquí, con diferentes enfoques en el área “C” –con áreas designadas en Cisjordania para los ciudadanos drusos, beduinos, palestinos, cristianos y musulmanes. Cualquier burocracia que crea subdivisiones y clasificaciones tan meticulosas está guiada por el principio de desigualdad que beneficia al grupo hegemónico. 

¿Hay más ejemplos? 

Brevemente, se puede mencionar el estilo afrikáner de las leyes Prawer en el área C de Cisjordania. Desde los años 50, el gobierno afrikáner en Sudáfrica desplazó a los residentes negros, mestizos y asiáticos de sus tierras y de sus casas para hacer hueco a los colonos blancos. Todo se hacía de acuerdo con las leyes blancas imperantes y la lógica legal. Esas fueron las bases coloniales del régimen de apartheid que se estableció más tarde. Aquí también se procede con los elementos coloniales de desplazamiento de los nativos de sus tierras en paralelo a las políticas de “desarrollo separado”. 

¿Hay alguna esperanza? 

El apartheid de clase de Sudáfrica no fue derrotado. Críticos de la izquierda culpan a Nelson Mandela y a otros líderes de haber buscado el entendimiento con el régimen anterior por el que los negros lograrían el derecho a votar pero los blancos mantendrían el poder económico. Mientras en Sudáfrica la pobreza sigue siendo “negra”, hay un grupo de negros africanos que sirvió de coartada porque se hizo muy rico. Sin embargo, no se deberían rechazar la transición hacia la democracia y los cambios sociales que tuvieron lugar en Sudáfrica como tampoco los métodos de lucha con los que combatieron Mandela y sus camaradas. Esa es la razón por la que los manifestantes israelíes y palestinos llevaban consigo la semana pasada sus fotografías en las manifestaciones que las Fuerzas de Defensa israelíes reprimieron por la fuerza. 

Pero, ¿no elogió Shimon Peres a Mandela con sinceridad? 

Mandela fue alguien muy indulgente. Peres jugó un papel importante en las relaciones económicas y de seguridad que Israel estableció con el régimen racista de Sudáfrica y con sus fundadores pro-nazis. Como uno de los padres fundadores de la empresa colonizadora en Cisjordania e instigador de la “solución útil”, carga con una gran responsabilidad por las políticas de “desarrollo separado” que predominan aquí

Nota: artículo publicado originalmente en el diario israelí Haaretz y traducido en exclusiva para este blog al castellano por Carlos Pérez Cruz con permiso de su autora.

Sobre Amira Haas: Nacida en Jerusalén (1956), es corresponsal en Territorios Ocupados para el diario Haaretz. Autora de varios libros, ha vivido tanto en Territorios Ocupados de Cisjordania como en la Franja de Gaza.

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