jueves, 31 de julio de 2014

Quique Kierszenbaum: “Israel deshumaniza las imágenes que llegan de Gaza”

De origen uruguayo, el periodista Quique Kierszenbaum (Montevideo, 1967) reside en Israel desde hace más de veinte años. Desde allí cubre informativamente la región para su país, aunque también colabora como fotógrafo para diferentes medios internacionales.

Quique Kierszenbaum

Has cubierto en Tel Aviv la que hasta la fecha ha sido la manifestación más importante en cuanto a número, con alrededor de 5000 personas, también actos en Jerusalén. Un porcentaje mínimo de la población se ha movilizado contra el ataque a Gaza, incluso las encuestas muestran un apoyo masivo. ¿Cómo interpretas la reacción de la sociedad israelí? 

Fui a Tel Aviv a cubrir la manifestación porque fue la primera que juntó a un número importante de personas. En las marchas de Jerusalén participo, porque las organiza la comunidad de la escuela de mi hijo. Marcho con otros padres, tanto palestinos como israelíes. Creo que los números son terribles. Hace pocos días se publicaron unos datos en la televisión israelí en los que el 87% de la población estaba en contra de terminar con esta operación, con esta guerra que está llevando a cabo Israel en Gaza, lo que me parece un número imposible de entender. Habla de una deshumanización total de los palestinos, no parecen entender qué es lo que están viendo por la tele y eso es preocupante. 

Las semanas posteriores al secuestro y asesinato de los tres israelíes en la zona de Hebrón fueron muy tensas y esa tensión se agitó también desde el gobierno. Además de la tortura hasta su muerte de un joven palestino, se han visto actos de intimidación y acoso contra los árabes. A todo ello, hasta cierto punto cotidiano, se suma ahora la agresión a israelíes que protestan contra el ataque a Gaza. Otros entrevistados me han reconocido que es un fenómeno nuevo. ¿Es la peor noticia para Israel? 

Sin duda. Por la forma en que se está dando el conflicto en Gaza y por la forma de resolverlo, no cabe la menor duda de que esta nueva aventura militarista va a terminar en un cese del fuego. El de Gaza no es el problema más importante, a pesar de que los números son terribles. Creo que el problema más importante es que hay una fractura en la sociedad israelí en estos momentos y, cosas que quienes trabajamos en los medios sabíamos que existían, se han tomado de pronto la libertad de expresarse en público. Han atacado a manifestantes y, de alguna forma, han recibido un apoyo moral de parte de los legisladores de derechas. Es algo que creo que no tiene marcha atrás. El sábado yo mismo fotografié y me acerqué a esa gente en Tel Aviv y creo que el mensaje de odio va a ser difícil de cambiar. En estos momentos, la sociedad israelí está sufriendo una fractura que tiene que ver con esos números de los que hablábamos. Cuando se apoya de tal manera una campaña militar en la que se ha matado ya a 1200 personas, la mayoría civiles, creo que se transmite un mensaje de falta de respeto a la vida y que eso, de alguna forma, penetra en la sociedad. Los resultados están a la vista. 

Meir Margalit percibe que en este momento en la sociedad israelí hay casi un ambiente de guerra civil, aunque desea estar equivocado. ¿Compartes esa percepción? 

No, creo que todavía no estamos ahí. Creo que estamos todavía en una situación en la que se están probando los límites. Lo que me preocupa mucho es que esto va a aumentar. Me preocupa mucho porque toda esa gente que en estos momento ataca a la izquierda, física y verbalmente , ha ocupado casi todos los espacios públicos. Pensar que en la plaza de Rabin en Tel Aviv manifestantes israelíes son atacados por israelíes me trae lamentablemente algunos recuerdos bastante complicados de ese lugar. 

Jerusalén y Tel Aviv son universos casi opuestos. ¿Cuál es el perfil de los participantes en las movilizaciones? ¿Hay diferencias en una y otra ciudad? 

En Jerusalén la mayoría de la gente que participa es parte de la comunidad en la que vivo. Es gente que tiene alguna relación con la escuela, ya sea porque sus hijos van o porque en algún momento sus hijos fueron, o porque siente que es un mensaje importante. Lo de Tel Aviv es algo mucho más grande, pero sigo viendo a la misma gente de siempre. Cuando uno va a esas manifestaciones ve a la misma que gente que se viene manifestando desde hace muchísimos años, exactamente a las mismas personas. Ha aparecido de pronto algo más de gente joven, pero creo que el perfil de edad es más o menos homogéneo. Quienes estaban en la contramanifestación -que era mucho más pequeña, había 300 personas como mucho-, me pareció que eran mucho más jóvenes en su mayoría.

En árabe y hebreo: "Marchamos juntos, mano a mano". Manifestación en Jerusalén (Foto: Quique Kierszenbaum)

He mencionado que las semanas posteriores al secuestro y asesinato de los tres jóvenes israelíes en la zona de Hebrón fueron de mucha tensión en Jerusalén, hubo ataques contra árabes de la ciudad. ¿Cómo está ahora el ambiente? Porque se está hablando del resurgir de las protestas en Cisjordania. 

El ambiente en Jerusalén está dividido por la división natural de la propia Jerusalén. En los barrios palestinos siguen las manifestaciones que, en general, arrancan por las noches, se enfrentan a la policía. De todas maneras creo que sigue medido. Yo estuve en el entierro de uno de los jóvenes que mataron en [el checkpoint de] Qalandia, y había una sensación de que los entierros y la situación en Gaza iban a empujar a la gente a salir a la calle. Se hablaba de una Tercera Intifada, pero eso todavía no se ve y posiblemente no se vea. No hay una decisión política de salir a la calle pero sí hay enfrentamientos. En Jerusalén Occidental, la parte residencial, es una parte que está más tranquila, pero el centro de Jerusalén ha sido uno de esos espacios que, en general, se han perdido. Muchos de los ataques, de los insultos, de los encuentros entre derechistas e izquierdistas han sido ahí. Y queda después toda esa parte en el medio, las zonas limítrofes, en donde todas las noches escuchamos reportes de violencia individual contra palestinos. No los enfrentamientos de los que hablamos sino golpizas [palizas]. Las hubo a dos personas hace pocos días, también nuevos intentos de secuestro a palestinos. En general, la situación de Jerusalén es muy tensa. Quien conoce las caras de esta ciudad, cuando camina por el centro, se da cuenta de que hay una tensión muy importante. 

Hace unos días se conocía la prohibición de la emisión en radio de una campaña de la ONG B’Tselem en la que se leían los nombres de algunos de los niños muertos en Gaza. Esa censura, en este caso a una campaña publicitaria, ¿es también informativa? 

La palabra censura es un término complicado porque, si bien el aviso de B’Tselem fue censurado, creo que los medios van por una línea mucho más de autocensura. No creo que acá haya una línea desde arriba que sea la que controla los contenidos, sino que como parte de ese 87% de la población que está a favor, creo que los medios se han convertido en una máquina propagandística muy importante que, de alguna forma, manda el mensaje a las casas de la gente que está sentada viendo las noticias casi todo el día. Por la situación, aquí hay informativos casi todas las horas de luz, hasta la mitad de la noche, y no me cabe la menor duda de que son muy pocos los periodistas, muy pocos, y más en los medios digitales, los que están criticando lo que pasa. Hay también una deslegitimación muy importante a todas las voces contra la guerra, y no solamente en las noticias. En esas mil horas de programas abiertos, en los que se mezcla noticias con gente que va a dar su opinión, desde músicos a monologuistas, todos mantienen esa misma línea de deslegitimación de las voces que están en contra de la guerra. Hay miedo en la calle y está fundamentado por los últimos sucesos de violencia. La violencia, el racismo, el patoterismo [intimidación] de la ultra derecha encienden una vez más la alerta por un próximo crimen político. Y el problema no son solo los que gritan, los que insultan y los que atacan, sino también los lideres políticos y los líderes religiosos que incitan a la violencia y que fomentan el sentimiento de traición a quien está en contra de la guerra o la critica. 

Gracias, entre otras cosas, a las redes sociales, es muy difícil ocultar la realidad sobre el terreno. Desde Gaza nos están llegando, por uno u otro lado, imágenes terribles. ¿La muestran los medios convencionales de Israel o el ciudadano israelí tiene que buscarse la vida por su cuenta si quiere ser consciente de lo que pasa? [Israel prohíbe el acceso de periodistas israelíes a la Franja de Gaza, por lo que no hay periodistas de este país sobre el terreno]. 

No, mostrarla la están mostrando, el problema es la interpretación. Cuando uno ve las imágenes, hay una voz que está relatando qué es lo que está pasando y yo creo que el gran problema es ese. Yo hablo hebreo y consumo muchos informativos, porque considero que son una fuente importante para saber qué es lo que se le está diciendo a la población israelí. Las imágenes llegan, el problema es la interpretación y ahí entra lo que decía, una deshumanización total del contenido de las imágenes que es muy preocupante. Y a esto hay que sumarle los corresponsales militares de los distintos canales, que parecen estar enlistados en esta misión, muchas veces agregando leña al fuego. 

Muchas personas prefieren no expresarse públicamente, seguramente por ese condicionamiento del que estamos hablando, por la unanimidad de opiniones tanto en los medios como incluso entre los propios vecinos de uno. ¿Qué precio paga hoy un israelí por oponerse a las políticas bélicas de su gobierno e incluso por defender los derechos de los palestinos? 

Depende mucho de las personas. En general, quienes han hablado toda la vida defendiendo los derechos de la población palestina ya no se asustan de nada. Hemos escuchado y vivido todo lo que te puedas imaginar y mucho más. Para eso tengo una expresión: “qué le hace una mancha más al tigre”. No son estas personas las que más están sufriendo. Creo que, en general, la que más lo sufre es la gente joven, gente que ante tanta catástrofe se expresa por primera vez y, por supuesto, la población árabe-israelí que está muy expuesta. Hemos visto campañas terribles, en las que incluso se está yendo a los lugares de trabajo de quienes se han expresado en redes sociales. Pero, como te dije, cuando hay una deslegitimación tan grande, hay un consenso muy importante de que esas voces son voces de traidores. Así se ve en la sociedad. ¿Cómo les afecta en el día a día? A cada uno le debe afectar de una forma diferente, ya puede ser tanto en las relaciones familiares como de los marcos en los que uno vive. Para quienes hacen esto desde hace muchos años, para quienes tienen una visión política y social muy clara hace muchos años, no es la primera vez. Se desarrollan herramientas para poder enfrentarte a los ataques. 

Manifestación conjunta de israelíes y palestinos en Jerusalén (Fotografía: Quique Kierszenbaum)

Imagino que es más fácil mantener la unidad en entornos como el que comentabas de la escuela de tu hijo, en la que conviven palestinos e israelíes, en tiempos de una mayor calma que la de estos días. ¿Se filtran y despiertan las tensiones en semanas así? 

La verdad es que no, es justamente lo contrario. En momentos así es cuando ese pacto que hicimos necesita ser demostrado y probado, y creo que las mejores cosas salen en estos momentos, en los que las voces son claras y diversas. Eso es lo que nos refuerza. Por ejemplo, en la escuela nos hemos reunido muchas veces los padres para hablar, para expresar tanto la tensión como los miedos, para dar con un lugar en el que hay quienes escuchan, no juzgan y tratan de apoyarse. En cierto sentido estamos juntos precisamente para afrontar este tipo de situaciones. 

Lo pregunto a título personal, lo más lejos posible de la realpolitik. Si de ti dependiera, ¿cuál sería una solución justa para poner fin a tantas décadas de violencia y para facilitar la coexistencia? 

No voy a caer en la trampa de dar la receta sobre cuál sería mi solución. Estoy seguro de cuál es el camino. Creo que la solución tiene que ser un proceso en donde las partes se sienten a negociar de forma igualitaria, donde las necesidades y las obligaciones de ambas partes se pongan encima de la mesa sin diferencias. Ese va a ser el único camino para llegar verdaderamente a una solución. 

Como periodista. Hablábamos antes de las redes sociales, que están permitiendo tener una cobertura diferente de Gaza que en ataques militares similares. Esa es una ventaja informativa, aunque también hay que hacer una fuerte discriminación de la propaganda, pero también para los periodistas están siendo una vía de recepción de tremendas tensiones. 

Sí, sin duda. Las redes sociales permiten que cualquiera se conecte con los periodistas, lo que en ocasiones nos expone a muchísimos ataques. Personalmente he recibido ataques tanto de un lado como del otro, de forma permanente, sigo recibiendo. Es difícil tener que abrir estas redes sociales y enfrentarte todos los días a tanta propaganda, a tanto mensaje con tanto odio, a tanto mensaje ciego. Eso es lo que más caracteriza a los atacantes de ambos lados, un mensaje totalmente ciego de alguien que no quiere escuchar y solamente quiere ser escuchado. Pero las redes sociales tienen también sus defensas, creo que he roto el récord de bloqueos, no estoy dispuesto a jugar el juego sin reglas que ofrecen las redes. A quien me insulta, desacredita o repite propaganda, lo bloqueo inmediatamente. Cuando gente real muere, es herida, amenazada, corre a refugios, protege a sus hijos o pierde sus hogares, no hay tiempo que perder para jugar en las redes sociales con propagandistas.


Carlos Pérez Cruz

miércoles, 30 de julio de 2014

“Es inhumano conquistar a otro pueblo, no hay palabras para aliviar el acto de la ocupación”

Ambos tienen origen argentino y residen en Jerusalén. Meir Margalit es historiador y vive en Israel desde 1972. Fue uno de los fundadores del ya desaparecido Comité Israelí contra las Demoliciones de casas palestinas en Territorios Ocupados. Zully Flomembaum, psicoanalista, se trasladó a vivir allí en el año 2000. Es miembro del GIEP (Nueva Escuela de Psicoanálisis Lacaniano de Israel). Son parte activa del minúsculo segmento de la sociedad israelí que hoy planta cara a las políticas bélicas de su gobierno.

Meir Margalit y Zully Flomembaum, durante la invasión de Gaza en 2012

Fuiste uno de los asistentes a la manifestación en Tel Aviv del pasado sábado contra el ataque a Gaza, la mayor protesta en Israel durante estas semanas con unas 5000 personas. Parece una enorme minoría. ¿Cómo interpretas la reacción de la sociedad israelí? 

Meir: Tienes razón en que, si bien fue la más grande que hemos organizado en esta última temporada, todavía somos un grupo bastante insignificante dentro de la sociedad israelí. ¿Cómo se puede explicar? Esto no es nada nuevo, es un proceso que se viene dando ya hace mucho tiempo. Lo vimos claramente en las elecciones al parlamento, pero se ve también en todo tipo de actitudes. Estoy hablando del proceso de derechización de la sociedad israelí. Algunos dirán que se está enfachizando. Si alguien lo asevera frente a mí, no seré yo quien salga a discutírselo. Aunque me duela reconocerlo, muchos de los elementos que hoy por hoy esgrime la derecha israelí son argumentos que yo, como historiador, los conozco del fascismo europeo de los años 30 y 40. Este proceso va también de la mano de un fundamentalismo religioso cada vez más activista, más duro. La conjunción de fundamentalismo religioso y nacionalismo -en particular del nacionalismo de derechas que tenemos acá- produce una bomba atómica. 

Hay quien me dice que reunir a 5000 personas es un punto de partida, pero estamos hablando del año 2014. No sé si se puede entender este momento como el punto de partida de nada. En los años 90 hubo incluso quizá más movilizaciones en Israel. 

Meir: Si Mao dijo que una gran marcha de no sé cuántos miles de kilómetros comienza con un solo paso, puedes vernos a nosotros como el primer paso de una gran marcha hacia la victoria. Es cierto es que es imposible predecir acá adónde llevará esto. Esta guerra no ha acabado y la sociedad israelí todavía no ha empezado a hacer el balance final, el proceso de evaluación de lo que quisimos y de lo que logramos, del precio que hemos pagado y para qué. Creo que toda crisis es también una oportunidad de crecimiento y, sin poder asegurarlo, no descarto la posibilidad de que este sea también un momento de crecimiento. Cuando haya acabado este conflicto y se entienda que hemos pagado un alto precio para estar exactamente en el mismo lugar en el que estuvimos cuando lo empezamos, creo que parte de la sociedad israelí empezará a recapitular, e incluso me animaría a decir que va a empezar a hacer un switch mental. 

Llegaron noticias desde esa manifestación, pero no sólo desde ella, de agresiones a manifestantes, incluso de espontáneos checkpoints para discriminar árabes e izquierdistas. ¿Es nuevo este fenómeno en Israel? 

Meir: Sí, esta es tal vez una de las cosas que más me preocupan. La escalada bélica acabará en un par de días, pero el proceso de embrutecimiento que hoy por hoy se ve en la sociedad israelí nos va a acompañar por un periodo muy largo. Es la primera vez que veo expresiones de violencia cruda, no solamente gritos y pancartas sino gente que viene con palos y botellas a romper cabezas. Hubo tal vez miles de policías en la Plaza Rabin, donde hicimos la manifestación, para tratar de separar a ambos bandos pero, una vez acabada, los policías se dispersaron y estos grupos de patoteros [violentos] aprovecharon la oportunidad para salir a la caza. Los jerosolimitanos estábamos en los microbuses camino a casa, pero todos los izquierdista que viven en Tel Aviv, que se fueron caminando tranquilamente hacia sus casas, fueron ubicados por estos patotas a tres, cuatro o cinco cuadras de la plaza y les dieron golpes bastante serios. Esto nos va a acompañar durante bastante tiempo. He dicho proceso de embrutecimiento, animalización… no sé cómo denominarlo. Hoy por hoy se hace más difícil ser pacifista en Israel, lo será también después de acabada la contienda. No quiero ser alarmista, pero hay flotando en el aire un clima de guerra civil entre derechas e izquierdas. Ojalá me equivoque y puedan acusarme de exagerado y alarmista. Aceptaré la acusación con mucho gusto. 

Hemos visto a israelíes celebrar los ataques sobre Gaza, a una diputada que pedía el asesinato de las madres palestinas, la prohibición de emitir en la radio una campaña con nombres de niños de Gaza muertos... ¿Ha ganado el fanatismo? 

Meir: Está ganando, no ha ganado. Es verdad que yo también me hago a veces esas preguntas, e incluso cuando en las manifestaciones nos ponemos a gritar que el fascismo no pasará, o “no pasarán”, me pregunto si no estamos utilizando lemas del ayer que hoy ya no tienen validez y que, en realidad, el fascismo ya ha pasado. Sí, es cierto, estamos en uno de nuestros peores momentos, en el futuro los sociólogos pondrán el punto en el 2014, un momento en el que todos los fantasmas derechistas salieron afuera. ¿Sabes? En las guerras generalmente afloran las cosas feas de un pueblo y ahora han aflorado, pero estaban desde hace mucho tiempo. Han aflorado en sus formas más asquerosas. 

Algunas personas con las que he podido hablar prefieren no expresarse públicamente. Incluso hay quien lo ha hecho pero igualmente manifiesta esa autocensura con vecinos o en su trabajo. ¿Qué precio paga hoy un israelí por oponerse a las políticas bélicas de su gobierno e incluso por defender los derechos de los palestinos? 

Meir: Conozco gente que no quiso venir a la manifestación en Tel Aviv por temor. Conozco gente que acá también, en Jerusalén, no participa bien por temor a estas patotas, bien por temor a lo que digan sus vecinos. Se está pagando un precio alto. Hace poco hubo tres o cuatro mujeres artistas a las que, por expresar sus opiniones, las echaron de sus lugares de trabajo. No me cabe duda de que hoy, en particular en los trabajos estatales -en municipios, en los ministerios-, hablar mal del gobierno significa que puedes empezar a empaquetar y dejar el lugar de trabajo porque o bien te echarán o te harán vida imposible. Ayer me llamó un compañero del municipio y me dijo que no podía más. Usando sus propias palabras, dijo que “la gente se ha sacado las caretas”. Se refería a que hasta hace una o dos semanas, gente derechista, gente que tenía un pequeño diablo racista ahí escondido en su interior, finalmente se ha quitado la careta, expresa su racismo. Él no puede más. Ha dejado su trabajo porque no soporta más el clima. Si hasta ahora hemos pagado un precio, ahora el precio se ha duplicado y triplicado. 

Hay una motivación común entre los manifestantes: detener los bombardeos y la invasión de Gaza. ¿Hay también una posición común sobre cuáles son las causas del conflicto entre palestinos e israelíes o incluso sobre sus soluciones? 

Meir: No, la respuesta es no. Hay matices, pero la realidad es que esto va más allá de simples matices. Por ejemplo, mi partido [Meretz] no se adhirió oficialmente a la manifestación del sábado en Tel Aviv. Yo estuve y conmigo estuvo mucha gente de mi partido, pero no hubo una adhesión oficial y los líderes tampoco acudieron a la manifestación que estaba organizada, más que nada, por el Partido Comunista. Lo que llamamos matices encierra en realidad una interpretación ideológica muy distinta entre los grupos radicales de izquierda y los grupos moderados de izquierda. La izquierda moderada hace un llamado al cese del fuego y de las hostilidades, pero sigue siendo sionista en sus raíces. Las izquierdas radicales hace mucho que dejaron de serlo. Hay gente que está con una pierna acá y otra allá. Yo sigo siendo activista de un partido que oficialmente es sionista, a pesar de que yo lo dejé de ser hace mucho de forma abierta, cosa que a la líder de mi partido no le hace mucha gracia. Me expreso libremente y nadie me tapa la boca. Hay matices, sí, y no todos tienen una visión común de cómo empezó todo esto y menos de cómo tendría que terminar, de qué tendría que suceder un día después del cese del fuego. Hay mucha gente que dice que esto es exagerado pero justo, que tiene su razón de ser. Nosotros decimos que no es justo, que no tenía que haber empezado porque es imperdonable, hay cosas que un país decente no hace. 

¿Hay un perfil compartido entre los manifestantes o hay una esperanzadora diversidad? Preguntado de otra manera, ¿quién falta en esas manifestaciones? 

Meir: Te he nombrado a Meretz, y el que faltaba también es el Partido Laborista. El laborismo no se definió del todo porque tiene miedo de perder votos. O dicho de otra manera, porque cree que ésta es una oportunidad también de ganar votos. Y aquí el problema es la política. Yo me siento mucho más cómodo en un movimiento que en un partido político, porque no tengo esos cálculos de rédito, cómo hago para ganarme dos votos más. Pero esta manifestación de 5000 personas ha demostrado que por lo menos hay 5000 izquierdistas radicales que tienen una postura absolutamente moralista sin mayores cálculos de ganancia. 

Lo pregunto a título personal, lo más lejos posible de la realpolitik. Si de ti dependiera, ¿cuál sería una solución justa para poner fin a tantas décadas de violencia y para facilitar la coexistencia? 

Meir: La fórmula es muy simple, lo difícil es implementarla. Pero si tengo que resumirla en tres palabras es: acabar la ocupación. La ocupación tanto de Cisjordania como de Gaza. Esa es la solución última, la única que va a calmar los ánimos y va a traer paz al Medio Oriente. Mientras tanto, en lo que se refiere a Gaza, Israel tiene que retroceder de las tierras que ha ocupado recientemente, abrir el asedio de Gaza, permitir a la gente vivir, respirar, que las fronteras estén abiertas, acabar con el estado de sitio y permitir que la gente viva, que viva en el mejor sentido de la palabra. 

[Se incorpora Zully a la conversación] 

Zully: Sin haber escuchado a Meir, no creo que tengamos diferencias. Es inhumano conquistar a otro pueblo, no hay palabras para aliviar el acto de la ocupación. Hay que terminar con la ocupación en Cisjordania y, ¡por supuesto!, terminar con esta mentira de que se le entregó a la gente de Gaza el territorio, cuando en realidad se los dejó viviendo en un embudo, asfixiándose y sin salida. Hay que terminar con todas las mentiras, devolver los territorios, crear un Estado palestino y empezar a trabajar en algo muy difícil, que es desterrar los odios mutuos, porque hay muchas muertes que han quedado en el camino. 

Seguramente una de las peores consecuencias, además obviamente de las muertes en esta última operación, es el incremento del odio. Es quizá lo que más reforzado va a salir de estas semanas de violencia. 

Zully: La pérdida de las vidas humanas es obviamente lo más terrible, pero el daño que se ha producido y ha separado a los bandos de una manera tan al rojo vivo, va a ser de difícil reconciliación. Yo soy una persona optimista, creo que va a ser posible. No estoy hablando solamente de una reconciliación entre el mundo árabe, el mundo palestino, y el mundo judío, estoy hablando también dentro del mismo mundo judío, porque hoy no estar a favor de la guerra es ser un traidor a la patria. Poder hablar, poder escucharse, humanizarnos entre nosotros, va a ser un difícilísimo, trabajoso y necesario proceso. 

Es un lugar común seguramente, pero no por ser común deja de ser cierto. ¿Es el miedo el nexo de unión entre todos los habitantes de Israel? 

Zully: No te podría responder con una certeza. Creo que hay sectores que han vivido en sus educaciones el riesgo de las amenazas y por lo tanto es el miedo el que los domina. Pero no sé si es lo único, habría que pensarlo, y me parece que es un poco arriesgado decir que eso es lo que nos une. Nosotros tenemos muchos puntos de unión con otra gente y con madres que en este momento tienen a sus hijos en el ejército y que a lo mejor dicen cosas horribles de Hamas, y sabemos que después se van a retractar, no creo que lo que les una sea el miedo. Al contrario, creo que lo que hay que plantearse en este momento no es la cuestión de qué nos une, sino ver lo que nos impide la unidad y trabajar en eso. Y lo que nos impide la unidad es esta incapacidad que tenemos los humanos de poder aceptar que el otro es diferente, la otredad, el distinto a nosotros, el que piensa distinto. Para los judíos va a ser un ejercicio muy necesario e imprescindible, porque estamos muy lejos de aceptar el mundo palestino si no aceptamos nuestras propias diferencias. Así que cuando me preguntas lo que nos une, yo te diría que en este momento está más claro lo que no nos une. 

En ambos lados los civiles son objetivo de los ataques, aunque la diferencia en daños y bajas es incomparable. Imagino que quienes critican tu posición te recuerdan que estás bajo los ataques de cohetes desde Gaza. ¿Qué les respondes? 

Zully: Estoy en este país desde hace sólo catorce años y tengo una experiencia de militancia combativa en Argentina, así que conozco un poco de la locura que puede vivir un grupo que está con vendas en los ojos, sin mirar la realidad, convencido de un triunfo y convencido de que el pueblo los apoya y no pueden mirar al costado. ¡Claro que no estoy de acuerdo! ¡Claro que estoy enojada con Hamas! Pero esto a mí no me sirve para buscar la paz. El que tiene el ejército más fuerte es el primero que se tiene que retirar y hay que ver cómo se les hace entender a esta gente lo que hay que hacerles entender, porque finalmente lo que están haciendo es algo que muy pocos grupos guerrilleros han logrado, están logrando la adhesión de gente que ha visto bombardear a su familia y a sus casas. Así que tenemos que tener cuidado porque a estos tipos, de los que no tengo duda sobre su nivel de locura, no está pudiendo contrarrestarlos el nivel de locura judío. 

Se puede pensar que parte de la intencionalidad del ataque israelí es conseguir que la población de Gaza se enfrente a Hamas como teórico causante del daño que están recibiendo y, sin embargo, da la sensación, como comentas, de que están consiguiendo justamente lo contrario. 

Zully: Claro, están consiguiendo lo contrario. Es gente que no tiene ni la menor esperanza ni de encontrar trabajo, ni de salir del lugar, ni de darle una opción a los hijos… Y, de pronto, ante el discurso de Hamas, que les puede vender la ilusión de la esperanza… ¿¡Qué es lo que van a comprar aún a costa del sacrificio de sus propios hijos, si igualmente los están sacrificando en el lugar donde viven!? Así que si el objetivo de Israel era aislar a Hamas de su gente, eso no lo está logrando. 

Para mí personas como vosotras sois, de alguna manera, héroes en un entorno hostil. Pero no sé si de alguna forma sientes que vuestra posición puede ser utilizada por personas que no creen en la posibilidad de una coexistencia. 

Zully: Es muy difícil hacer escuchar nuestro discurso. Por eso tenemos que medir las palabras, hacernos responsables de las consecuencias. Por eso ante todo aquel que pone en la red algo que tenga que ver con el discurso del odio, yo respiro hondo y los hago callar. Sí, puede ser usado de cualquier lado, esto uno siempre lo sabe, tiene que medirse, tiene que evaluar las consecuencias, pero no por eso vamos a callarnos. Hay que terminar con la conquista, punto. 

El sábado pasado unas 5000 personas en la manifestación de Tel Aviv. ¿Soñamos con 10.000 en la próxima o es mucho pedir en este momento? 

Zully: Sé que unos cuantos miles no llegaron porque se decía que la policía no estaba dando autorización y había discusión sobre si se hacía o no, y algunos se enteraron tarde de que había autorización de la policía. Además había temor de que los grupos de derechas se infiltraran dentro de la manifestación, suelen ser muy violentos. No sé si podría responder a tu pregunta diciendo que vamos a ser 10.000, pero vamos a crecer, no sé en qué grado, no sé cuándo vamos a llegar a los10.000, pero si somos sensatos vamos a seguir creciendo

Carlos Pérez Cruz

martes, 29 de julio de 2014

Elizabeth Tsurkov: “En Israel no existe la más mínima empatía con el horror de Gaza”

Tiene 27 años, vive en Ramat Gan (cerca de Tel Aviv) y se define como activista de derechos humanos. Trabaja en una organización de ayuda a refugiados africanos, emigrantes laborales asiáticos y víctimas de trata de personas. Escribe en inglés y hebreo para diferentes blogs y páginas de periodismo “ciudadano”. Es una de esas escasas voces israelíes que hace pública su desaprobación de las políticas bélicas y de ocupación del gobierno de Israel. El pasado sábado participó en Tel Aviv en la que hasta ahora ha sido la manifestación más numerosa en Israel contra el asedio a Gaza.

Elizabeth Tsurkov

Unas 5000 personas se manifestaban en Tel Aviv. Parece una enorme minoría. ¿Cómo podemos interpretar la reacción de la sociedad israelí? 

Desde luego que 5000 personas no son muchas, pero acabamos bastante satisfechos. Como has dicho, fue la protesta más numerosa desde el comienzo de la guerra. En tiempos de guerra, a la gente le suele resultar incómodo protestar, incluso aunque esté en contra de las acciones del gobierno. A eso hay que sumar el hecho de que todas las protestas contra la guerra que ha habido en Tel Aviv han terminado de forma violenta por los ataques que hemos sufrido de los racistas, eso hizo que mucha gente no viniera. Pero muchos, aunque sabían que habría violencia y que podían ser atacados, vinieron. Realmente es un logro. 

Nos han llegado noticias de esas agresiones a manifestantes, incluso de checkpoints espontáneos en la calle para discriminar a árabes e izquierdistas. ¿Es algo nuevo en Israel? 

Sí, es nuevo. Empezó antes de la guerra, cuando secuestraron y asesinaron en Cisjordania a los tres chicos israelíes. A los israelíes no les dijeron que habían sido asesinados, a pesar de las evidencias que sugerían que había sido así. En el coche en el que les dispararon había mucha sangre. No lo contaron, así que la gente sintió que la operación que tenía lugar en Cisjordania era para rescatarlos. Fue un momento de fuertes emociones en Israel y el gobierno se encargó de excitar mucho a la población. El resultado fueron protestas contra los árabes y esas protestas derivaron en ataques contra ellos en Jerusalén, incluso ataques al azar a gente que simplemente caminaba y que parecía árabe, los acosaban. Cuando empezó la guerra y empezamos a protestar, fuimos objeto de esa violencia. Es algo inaudito en Israel, nunca se había ejercido una violencia así contra manifestantes israelíes judíos. En otras ocasiones hubo gente que protestó contra nosotros. En la anterior operación, ‘Pilar Defensivo’, hicimos una manifestación y frente a nosotros hubo una contramanifestación. Nos gritaron cosas terribles, pero nunca nos atacaron, en ningún momento sentí miedo. Ahora cada vez que vas a una protesta sabes que hay muchas probabilidades de salir herido.


¿Piensas que esto va a ser, de alguna manera, un punto de inflexión en la vida israelí? 

Es una buena pregunta. Espero que no. Quienes se manifiestan contra nosotros y nos atacan sin duda quieren que éste sea un punto de inflexión para que la gente deje de manifestarse contra la guerra y las acciones del gobierno. Quieren que sea un punto de inflexión para que ilegalicen cualquier tipo de gesto de los árabes israelíes en expresión de sus legítimos sentimientos de hermandad con la gente de Gaza. Espero que éste no sea un punto de inflexión y estamos peleando para que no lo sea. Seguimos yendo a las protestas, aunque sabemos que puede haber violencia, para demostrar que no nos rendimos y no vamos a callarnos. Espero que tengamos éxito. 

Hemos visto a israelíes celebrar los ataques sobre Gaza como si estuvieran viendo una película de acción en el cine, a una diputada que pedía el asesinato de las madres palestinas, la prohibición de emitir en la radio una campaña con nombres de niños de Gaza muertos, etcétera. ¿Ha ganado el fanatismo? 

Es una buena pregunta. Creo que es pronto para decirlo, pero lo que está pasando en Israel… Ha habido operaciones en el pasado contra las que hemos protestado pero nunca habíamos sentido que nos deslegitimaran con tanta violencia. Nadie está condenándola, salvo los partidos de la oposición. Nadie del gobierno condena los ataques contra nosotros, aunque incluso hay gente hospitalizada como resultado de ello. En las protestas de la gente de derechas los gritos son realmente horribles. Celebran la muerte de los niños de Gaza, cantan que Gaza es un cementerio, se alegran por ello, no hemos escuchado ni una sola condena. La derecha está yendo más a la derecha todavía. Ahora es incluso más difícil que se escuche nuestra voz. El hecho de que ni siquiera se pueda emitir un anuncio que básicamente mencionaba nombres de niños palestinos que habían sido asesinados… ¡Ahora incluso eso está fuera de lo permitido y es controvertido! No existe ni la más básica empatía, humanidad y reconocimiento de todo el horror y el daño que se está haciendo en Gaza. Incluso quienes apoyan estos ataques y esta operación sobre Gaza y dicen que tenemos que erradicar el terrorismo, destruir los túneles, acabar de una vez por todas con los cohetes, deberían ser capaces de reconocer qué se está haciendo en su nombre, toda esa destrucción y la cantidad de muertes de civiles inocentes. Los israelíes no quieren verlo y entran en una especie de espiral en la que no son conscientes del nivel de destrucción y sufrimiento humano que se está viviendo en Gaza, e incluso algunos de los que sí son conscientes lo justifican diciendo que todos ellos son escudos humanos y que todo el vecindario está lleno de terroristas y que por esa es razón debe ser destruido. Debido a esa falta de conciencia sobre el nivel de destrucción, siguen animando al ejército y a los líderes israelíes para que intensifiquen los ataques. Según una encuesta del Canal 10, el 71% de los israelíes apoya la continuación de los ataques porque piensan que todavía no se han alcanzado todos los objetivos. Es una especie de círculo vicioso, la gente no sabe lo que está pasando sobre el terreno así que piensa: “¡vamos! ¡¡Entrad ahí!! ¡Dadles duro!”. Y esa es la razón por la que Hamas no se va a rendir. De hecho, Hamas tiene sus propios métodos de adhesión. El sufrimiento de Gaza no es algo que les preocupe demasiado, por eso no se va a rendir.


Algunas personas prefieren no expresarse públicamente. ¿Qué precio paga hoy un israelí por oponerse a las políticas bélicas de su gobierno e incluso por defender los derechos de los palestinos? 

Ser reconocido en la calle como alguien de izquierdas te hace susceptible de recibir un ataque. Por otro lado, aunque no es algo mayoritario, hay gente que ha sido despedida de su trabajo por expresar su punto de vista, no sólo palestinos sino también israelíes de izquierdas. En general, y te lo puedo decir por propia experiencia, te hacen sentir como una especie de traidor, alguien que apoya a Hamas. Porque el gobierno está diciendo que este es un ataque contra Hamas, aunque la mayoría de los que han muerto no son de Hamas, son civiles. La gente piensa que si te opones a la guerra estás apoyando a Hamas y eso es lo que me dicen. Me dicen que estoy apoyando al enemigo, que soy una traidora y que debería ir a Gaza si es que tanto me gusta Hamas. Es muy triste ver eso. 

Imagino que hay una motivación común entre los manifestantes: detener los bombardeos y la invasión de Gaza. ¿Hay también una posición común sobre cuáles son las causas del conflicto entre palestinos e israelíes o incluso sobre sus soluciones? 

La gente que protesta contra la guerra es gente que podríamos definir como de la izquierda radical. La mayoría de la gente que se manifiesta no es sionista, pero también los hay. Si abrimos el plano, algunos apoyan la solución de los dos Estados y otros la solución binacional, pero todos piensan que negociar es la manera de evitar… Tenemos ahora una guerra cada dos años y todos pensamos que, en vez de luchar cada dos años y destrozar Gaza en una nueva guerra, en vez de que mueran tantos soldados israelíes, lo que hay que hacer para solucionar la cuestión de los cohetes y de los túneles es negociar. Algunos dicen que hay que negociar con la Autoridad Palestina, otros que directamente con Hamas, pero todo el mundo está de acuerdo en que golpear y destruir una gran parte de Gaza cada dos años no es la forma de evitar más cohetes y más túneles. 

Me gustaría conocer tu posición personal, lo más lejos posible de la realpolitik. Si de ti dependiera, ¿cuál sería una solución justa para poner fin a tantas décadas de violencia y para facilitar la coexistencia? 

Apoyo la solución de los dos Estados porque pienso que es la única manera de que los israelíes y los palestinos, que tanto se odian, puedan vivir juntos sin matarse los unos a los otros. En un mundo ideal apoyo que no existan fronteras, pero pienso que no va a pasar y es muy peligroso intentar encontrar en un único Estado una solución que satisfaga tanto a los colonos como a los seguidores de Hamas. Esa es la razón por la que apoyo la solución de los dos Estados. Dentro de un tiempo, cuando pasen varias generaciones, cuando la gente ya no se odie y en vez de dedicarnos a hablar de lo malos que son los otros y de lo buenos que somos nosotros hablemos de las cosas que tenemos en común, cuando más israelíes sepan árabe y más palestinos hebreo y podamos comunicarnos, comerciar y ser capaces de vivir juntos, quizá entonces se puedan eliminar las fronteras, pero creo que eso nos va a llevar muchísimo tiempo. 

En ambos lados los civiles son objetivo de los ataques, aunque la diferencia en daños y bajas es incomparable. Imagino que quienes critican tu posición te recuerdan que estás bajo los ataques de cohetes desde Gaza. ¿Qué les respondes? 

Yo misma estoy bajo ataque de los cohetes, estoy en su margen de alcance. Antes del alto el fuego en que estamos ahora [La conversación tiene lugar la tarde del lunes 28 de julio], hemos tenido al menos un ataque al día con cohetes en el que hemos tenido que correr a los refugios. Veo a Hamas como una organización terrorista, ellos apuntan a civiles y operan entre civiles para dificultar que les alcancen, no tengo ninguna duda de que están cometiendo crímenes de guerra. Pero, el hecho de que en un lado estén cometiendo crímenes, no justifica que nosotros los cometamos. Pienso que hay formas de enfrentar el problema de Gaza que no implican tanto placer en la destrucción. Y ahora gracias a la ‘Cúpula de Hierro’ podemos permitirnos no sobreactuar como lo estamos haciendo. Por ejemplo, los arrestos en Cisjordania que siguieron al secuestro y asesinato de los tres chavales fueron un duro ataque a miembros de Hamas, aunque supiéramos que no estaban implicados en terrorismo sino que participaban en algún tipo de actividad política. Eso dio como resultado que el lanzamiento de cohetes desde Gaza se intensificara. Esos cohetes no habían matado a nadie gracias a la ‘Cúpula de Hierro’, gracias a los refugios que tenemos, gracias a las sirenas... Para Hamas debe de ser muy frustrante lanzar los cohetes -no son nada fáciles de hacer, les supone un enorme esfuerzo construirlos-, y que uno tras otro sean interceptados, que prácticamente no causen daño. Han sido asesinados tres civiles en Israel como consecuencia del lanzamiento de estos cohetes y han lanzado dos mil. Eso demuestra que la ‘Cúpula de Hierro’ funciona y que estamos bastante seguros. ¡Tenemos que sacar provecho de esta relativa seguridad para no sobreactuar y ponernos a atacar y decir que esa es la mayor amenaza que debemos eliminar! En vez de enormes operaciones tenemos que empezar a negociar con el gobierno de unidad entre Fatah y Hamas. Sólo las negociaciones permitirán que acabe esta forma de miserable degeneración de derechos que lleva a que la gente de Gaza nos lance los cohetes. 

Permíteme que piense que personas como tú sois, de alguna manera, héroes en un entorno hostil. Pero no sé si de alguna forma sientes que vuestra posición puede ser utilizada por personas que no creen en la posibilidad de una coexistencia. 

Luchamos para hacer entender nuestro mensaje. La gente que tiene miedo de los palestinos piensa que la única forma de tratar con ellos es mediante el uso de la fuerza. ¡Y los palestinos sienten lo mismo! Para ser honesta, les entiendo, porque Mahmoud Abbas, el líder de la Autoridad Palestina, es moderado, lucha contra el terrorismo, arresta a gente que está involucrada en cualquier tipo de actividad contra Israel, incluso fue a la televisión israelí y dijo básicamente que abandonaba la petición de retorno de los refugiados… Por todo ello los palestinos lo consideran un traidor. Y, ¡a pesar de eso, a pesar de que renunció al terrorismo hace décadas, Netanyahu no negociará en serio con él! Así que se preguntan: “¿cuál es el sentido de todo esto? Vemos que los asentamientos crecen, también los ataques de “price tag” [ataques de colonos contra palestinos y sus propiedades, como la quema de olivos], que seguimos sufriendo bajo el yugo de la ocupación... ¿Qué logramos si nos asesinan? ¿Qué conseguimos si hablamos? Nada se consigue hablando, lo único que entienden los israelíes es la violencia”. Hamas utiliza la violencia en Gaza y se oculta, Hizbula la utiliza en Líbano y se oculta. Hamas secuestra a un soldado y liberan 1000 prisioneros en el intercambio. Así que la gente entiende que la única forma de inducir a Israel a que haga algo es utilizando la violencia. Y es muy triste el consenso en ambos lados ahora mismo. 

Como israelí que vive allí y que denuncia las políticas de su gobierno. ¿Qué idea tienes del BDS, del boicot del resto de países hasta que Israel cambie sus políticas? 

En primer lugar, en Israel ahora es ilegal hacer un llamamiento al BDS así que ni siquiera puedo decirte cuál es mi posición al respecto. Si te puedo decir que me opongo al boicot de las instituciones educativas, de las universidades, porque las universidades israelíes son una fuerza muy positiva. En Israel los niños básicamente pasan por un sistema educativo que está controlado desde hace veinte años por la derecha, y eso da como resultado que el programa que están aprendiendo es bastante nacionalista y derechista. Los críos salen del sistema educativo israelí derechistas y sin ningún tipo de herramienta crítica. Un gran objetivo durante el tiempo que pasan en el instituto es prepararlos para el ejército y sus ideas. Las escuelas están valoradas en base al número de alumnos que al finalizar ingresan en el ejército. Así que desde mi propia experiencia te puedo decir que las universidades le dan la vuelta a los israelíes que hablan como ovejas, que piensan, obedecen y se dejan llevar por la atmósfera general de nacionalismo y militarismo. La universidad cambia realmente a la gente. Lo vi en mí, las universidades son una fuerza muy positiva. Esta es la mejor forma que tengo de expresarte mi opinión.

Sigue a Elizabeth Tsurkov en Twitter.

Carlos Pérez Cruz

miércoles, 23 de julio de 2014

Netanyahu con 28 años (1978)



"[La cuestión de la autodeterminación] no es [el problema principal]. El verdadero problema es el desafortunado rechazo árabe al establecimiento del Estado de Israel. Durante veinte años los árabes han tenido tanto Cisjordania como la Franja de Gaza, y si la autodeterminación fuera, como dicen, el verdadero problema del conflicto, hubieran podido establecer fácilmente el Estado palestino. ¡Pero no lo hicieron! Durante 20 años no escuchamos una sola palabra sobre autodeterminación. De hecho, lo que sí escuchamos los que vivimos allí es que había que empujar a los judíos al mar. Después de 1967, bajo el liderazgo de la OLP, la línea dura cambió para adoptar un eslogan disfrazado de moderación que habla primero en términos de un Estado democrático secular y después lo sustituye por la autodeterminación de Palestina. Al contrario de lo que se ha dicho sobre que en 1977 hubo un cambio en los objetivos de la OLP... Permitidme citar lo que la oficina de información de la OLP dijo en un periódico holandés en 1977, el 5 de mayo. La declaración era muy sencilla: nuestro objetivo sigue siendo la destrucción del Estado sionista de Israel. Así que no olvidemos que de lo que estamos hablando aquí no es del intento de construir un Estado sino de destruir uno".

"Es bastante instructivo que los palestinos que invocan el derecho de autodeterminación -que es un atributo de las naciones independientes-, ellos mismos son los que se definen como miembros de la nación árabe. Nadie está negando que existan árabes palestinos, pero los propios palestinos, en el Consejo Nacional Palestino, en su primer artículo, dicen que el pueblo de Palestina "es parte de la nación árabe". ¡Miremos a la nación árabe! Tiene 21 Estados, un área que ocupa aproximadamente el tamaño de Estados Unidos, una sexta parte de todo el mundo. Añadan a eso el hecho de que ¡ya existe un Estado palestino! Y ese es Jordania. El 60% de su población es palestina. Es bastante interesante que tanto Yasir Arafat como el Rey Hussein, encarnizados enemigos, están de acuerdo en una cosa: Jordania es un Estado palestino. Así que estamos hablando de la petición del Estado árabe número 22 y del segundo Estado palestino".

"A los palestinos de Cisjordania se les van a ofrecer todos los derechos humanos, todos los derechos civiles, como ningún árabe está ofreciendo en Oriente Medio. Ningún árabe tiene derechos humanos o el derecho de votar a su propio gobierno. Los árabes que viven en Israel en las fronteras de 1967, son los únicos árabes a los que se les ha ofrecido ese derecho. Y estoy completamente a favor de que se les ofrezca a los árabes que viven en Cisjordania y en la Franja de Gaza en el acuerdo final de paz".

[Sobre los derechos de los palestinos en Cisjordania y Gaza] "Es verdad que en Cisjordania y en la Franja de Gaza están en un periodo de transición. De hecho, hasta ahora ningún gobierno árabe está dispuesto a negociar sobre este periodo de transición y pienso que cuando esta transición, cuando este periodo de negociaciones termine, no hay razón para que, ya sea bajo ciudadanía jordana o israelí, estos árabes no tengan completos derechos humanos, el derecho a votar por sus representantes como hacen los árabes de Israel. Ojalá todos los árabes en Oriente Medio lo tengan algún día".

"Son [los líderes de la OLP] los que dicen que son parte de la nación árabe, son ellos los que dicen que ya tienen un Estado palestino. No tienen ningún derecho a establecer un segundo en la puerta de mi casa que amenace mi existencia. No lo tienen bajo ningún concepto".

[Sobre la relacion con Estados Unidos] "No es unidireccional, no es Israel que recibe de los Estados Unidos, Israel le está dando a Estados Unidos una oportunidad extraordinaria en Oriente Medio. Es el único Estado aliado democrático con el que puede contar Estados Unidos"

[Sobre el riesgo, para un sionista comprometido con el Estado judío como es él, del crecimiento demográfico árabe dentro de las actuales fronteras de Israel] "Sé que las últimas cifras de población han mostrado, de hecho, un descenso de los nacimientos árabes, particularmente en Cisjordania y en la Franja de Gaza, como resultado de una educación superior, de una educación universal para las mujeres que no existía antes de Israel... antes de 1967. Si me estás preguntando si rechazaría a los palestinos o a los árabes que viven entre nosotros, es ridículo, por supuesto que no, son parte de... son ciudadanos de Israel" [Le estoy hablando de Cisjordania y de Gaza. Volvamos al meollo del tema]. "Sí, sí. Cualquiera que sea el acuerdo final, esta gente debería ser libre de multiplicarse tanto como desee. Creo que está escrito en la biblia: creced y multiplicaos. Pienso que esta gente debería tener ese derecho. No voy a imponer un programa de control de la natalidad bajo ninguna circunstancia".

"Estados Unidos debería oponerse a la creación de un Estado palestino por varias razones. La primera es que es injusto pedir la creación de un 22º Estado árabe y un segundo Estado palestino a expensas del único Estado judío. Eso acabaría también con las esperanzas de esos palestinos moderados que quieren de forma genuina lograr un acuerdo pacífico con Israel".

Traducción: Carlos Pérez Cruz

‘Omar’: el aire irrespirable de la ocupación israelí

Fotograma de la película 'Omar'.

Hay algo que me molestó de Inch’ Allah (2012) -película, por otro lado, muy recomendable de la canadiense Anaïs Barbeau-Lavalette-, y que vuelve a molestarme con Omar (2013), del palestino Hany Abu-Assad. En ambos casos el detonante de la trama es una acción armada palestina: en la primera, un ataque suicida en Jerusalén; en la segunda, el disparo y muerte de un soldado israelí en Territorios Ocupados.

Me molesta porque ambas son películas recientes y valientes que, desde la ficción e incluso el mero entretenimiento, hablan de las consecuencias de la ocupación, del sometimiento de todo un pueblo, de la arrogancia e impunidad del Goliat israelí, de la tortura, de la imposibilidad de llevar una vida digna (o de simplemente tenerla) en esas circunstancias, etcétera. ¿Por qué entonces ambas películas parten de una acción armada palestina si aquello que nos quieren contar no depende necesariamente de ellas?

Sigue leyendo el artículo en 'El Asombrario & Co.'

lunes, 14 de julio de 2014

Horror


La guerra es la peor de las posibilidades del ser humano. Se ha glorificado miles de veces, pero la guerra es muerte, devastación, humillación, vísceras, vidas rotas. De la barbarie y masacre de Gaza de estos días están escribiendo excelentes periodistas en estos días. Poco tengo que añadir a lo que ellos ya han dicho desde allí o incluso desde aquí. Sólo quiero agradecer que honren el periodismo con su trabajo, arriesgando su vida y dignificando una profesión denostada (muchos han hecho mucho por ello) con un trabajo riguroso y honesto en una situación tan complicada.

La guerra es un asco. Israel hace la guerra en nombre de la lucha contra el terrorismo (recordemos que son USA y Europa quienes otorgan las credenciales). Ni el ‘señor X’ de los GAL, en sus sueños más húmedos, lo hubiera imaginado: Bilbao o Donostia bombardeadas por tierra, mar y aire en nombre de la lucha antiterrorista. Israel lo hace por costumbre, sólo que en ocasiones lo hace de forma más salvaje (si cabe) y es noticia. Por lo demás, insisto, es costumbre. La principal víctima es siempre la población civil. Decir lo contrario es mentir.

La guerra es un horror y glorificarla es sencillamente inmoral. En estos días tan terribles de asedio a Gaza, se vive en las redes un combate no menos terrible. Al lado de la guerra parece una minucia, un efecto colateral de la violencia en la opinión pública, pero no dice menos que la propia guerra sobre la condición humana. En la red se combate con propaganda. No es nada nuevo, pero, además de propaganda, hay un pulso entre fanáticos, una batalla por la ceguera que produce arcadas.

En los pocos (pero larguísimos) días que llevamos de ‘Operación Margen Protector’ (manda huevos), he visto la imagen de un crío palestino al que le faltaba medio cráneo y al que su padre llamaba entre gritos de devastada desesperación, cadáveres de menores entre escombros, supervivientes aterrorizados de un centro de atención a minusválidos, las tumbas de 18 personas de una misma familia, y un largo etcétera cuya descripción e ilustración les ahorro. ¿Quién es capaz de aceptar algo así? ¿Cómo alguien puede justificar que un gobierno haga eso en su nombre? Lamentablemente, más de los que uno es capaz de imaginar. El fanatismo ciega (como bien ilustraba una enorme viñeta de El Roto: “¡Al fin veo!”, gritaba con los ojos cegados por una venda que llevaba inscrita la palabra “Fanatismo”) y el odio ofrece visiones tan distorsionadas que uno creería producto de sustancias psicotrópicas. Hay personas (sí, lamentablemente también son personas) que prefieren ignorar el pequeño detalle de que a un bebé le falta media cabeza y afirmar que lo que se pretende con esa imagen es “dar pena”.

Hemos visto numerosos videos de lo que Israel considera un aviso preventivo (¿humanitario?) antes de la voladura con misiles de las viviendas de Gaza. Sin entrar ahora en mayores consideraciones sobre lo que implícitamente nos está diciendo Israel al “avisar” de antemano a sus víctimas, he comprobado cómo se justifica y otorga valor moral superior a ese crimen injustificable contra la población civil. “Encima que avisamos”, vienen a decir. Hay quien ha visto por primera vez uno de esos videos y pensó que el “aviso” era el misil. No sabe lo que va a llegar 57 segundos después. Me resulta imposible imaginar qué pasa por el interior de alguien que considera que ese “aviso” es ejemplo de la superioridad moral de su país. Los calificativos se los dejo al lector.

Un último detalle (habría miles): Otras imágenes que hemos visto en estos días, fuera del campo de batalla, nos han mostrado a israelíes apostados en un alto que les permitía disfrutar de una buena panorámica de la Franja de Gaza. Asistían alborozados al impacto de los misiles de su ejército en Gaza. Festejaban la barbarie. Quizá alguno de sus gritos de alborozo y aplausos de celebración acompañaron el estallido del misil que voló la cabeza de ese niño o sepultó la vida  de 18 personas. 

Al otro lado, en la ocupada Hebrón, paradigma de la terrible ocupación israelí de Palestina, decenas de ciudadanos se subían a una colina para tratar de asistir en la distancia al bombardeo inmisericorde que Hamás había anunciado sobre Tel-Aviv  (pura propaganda). En la televisión de Hamás se llegó a colocar un reloj de cuenta atrás. Con tristeza vi quien celebraba aquello como si esa fuera la cuenta atrás para la celebración de Año Nuevo. El reloj no señalaba el tiempo para el bombardeo de Tel-Aviv. Descontaba la distancia entre ocupantes y ocupados, agresores y agredidos. Los igualaba en fanatismo. Puro veneno

Carlos Pérez Cruz

jueves, 10 de julio de 2014

Cobertura inmoral*


Escribo ya no sorprendido, sí indignado, por la desafortunada portada de su medio en la edición del día 10 de julio de 2014, en concreto por el titular (acompañado de fotografía) en el que se puede leer “Israel y Hamás intercambian cohetes en plena escalada militar”. Resulta cuando menos asombroso que, dado que el propio cronista desde Gaza, Juan Gómez, certifica “al menos 40 muertos palestinos, entre los que hay numerosos niños”, el titular se refiera a un teórico intercambio de “cohetes”. El titular es profundamente desafortunado porque a) Israel no ataca Gaza precisamente con “cohetes”; b) Los palestinos muertos, la mayoría civiles (incluidos niños), se cuentan por decenas y por cientos los heridos; c) No hay constancia de heridos ni muertos israelíes (y espero que siga siendo así) hasta el momento de la publicación de esta información; d) No puede haber “escalada militar”, salvo que sea unilateral, dado que Palestina carece de ejército, mientras Israel es una de las mayores potencias militares del mundo. 


El enfoque informativo del medio sobre lo que está aconteciendo en Israel y Palestina resulta doloroso, sobre todo cuando al pasar página uno certifica que lo más relevante para ‘El País’ es el alcance de los cohetes lanzados desde Gaza (“Hamás amplía el alcance de sus cohetes hasta el norte de Israel”) y no el bombardeo indiscriminado sobre la población de la Franja, la muerte de decenas de civiles, entre ellos varios menores, en un espacio de tierra minúsculo que, conviene recordar, está muy densamente poblado. Hablamos de más de un millón y medio de personas atrapadas en 360 kilómetros cuadrados que no tienen escapatoria (ni refugios antiaéreos a los que acudir), dado que la Franja está aislada por tierra y controlada por mar por los buques de guerra israelíes. El desequilibrio de fuerzas y las consecuencias de lo que su medio considera un “intercambio” son tan abrumadoramente dispares que el tratamiento me parece no sólo poco ético periodísticamente, también inmoral.

Carlos Pérez Cruz

*Enviado al defensor del lector del diario 'El País' y la sección 'Cartas al director' el día 10 de julio de 2014.